20/4/05

no vendrá (segunda parte)

El autobús llegó a la hora prometida, 5:45 de la mañana. Minerva sostenía su maleta con firmeza, mirando el reloj, esperando hasta el último momento, pues sabía que el temperamento romántico de Diego lo haría llegar justo cuando ella pensara que no llegaría. Y ya estaba empezando a dudar. "Si en verdad me ama, vendrá", pensó. No estaba segura de lo que había pasado entre ellos para llegar hasta este punto. La verdad era que, un día, había llegado Rubén y lo había cambiado todo. La central estaba casi desierta, unos cuantos viajeros regresando a sus lugares de origen, otros más volviendo a casa, un par de perros callejeros buscando entre la basura algo de comer, un par de niños jugando entre el equipaje, sujetos lavando los vehículos, choferes desayunando de pie mientras bromeaban entre ellos... Nadie, nadie estaba consciente del drama que estaba viviendo aquella chica de pie, con la maleta agarada con firmeza, consultando el reloj que no hacía ningún esfuerzo por detenerse. Los pasajeros ya comenzaban a abordar el autobús que ella debía tomar, como se había prometido, para empezar de nuevo.

"¿Habrá leído mi nota?", se preguntó, mientras verificaba por enésima ocasión que su teléfono estuviera encendido, que tal si Diego trataba de llamarla y ella con el celular apagado, sería una tragedia. No era su estilo dejar notas. Por eso había lo había llamado a su casa toda la tarde anterior, sin que él contestara. Sabía que, por más molesto que estuviera, debía contestar, aunque fuera sólo para decirle que bien por ella, si se iba con Rubén que tuviera buena suerte y que fuera muy feliz, ella trataría de consolarlo, tratando de hacerlo cambiar de actitud, tratando de sacarle un par de palabras, quédate conmigo, era lo que necesitaba escuchar. Pero Diego no contestó. Cuando fue a buscarlo y no vio su carro, dejó una nota en un folleto de publicidad de una pizzería y la dejó enrollada en la ventana. Ese era el estilo del pobre Diego, demasiado idealista. Pero todavía quedaban unos minutos.

Después, por la tarde, fue a la casa de Rubén. Minerva ya estaba decidida, si Diego no le contestaba, se iría con el otro. Al fin y al cabo, Rubén también había demostrado amor. Por supuesto, no era como Diego, y no sabía si eso era bueno o malo. "¿Te irás conmigo?", le preguntó él, "Sí, pero necesito despedirme de Diego", le dijo ella. Fueron a la casa de Minerva a preparar el equipaje, y Rubén, por entrar antes, vio en el suelo la nota que Diego le había dejado. Se quedó allí de pie, pisándola para que ella no la viera, y en un momento de distracción, se agachó y se la echó al bolsillo. No permitiría que el patético ex-novio arruinara su plan. Pasaron la noche en vela, viendo la televisión, algunas películas viejas, hasta que llegó la hora de ir a la central. Minerva revisaba cada dos minutos su celular, pensando si no se habría descompuesto. Pero no. Diego no llamaba porque había pasado la noche en la azotea de un edificio...

"Vamos. Ya es hora", le dijo Rubén. Minerva echó un último vistazo a la sala de espera, buscando la figura triste e insegura del que tanto había esperado. "No vendrá", pensó. Con un último suspiro, reafirmó la maleta y tomó de la mano a su acompañante, regalándole una sonrisa. Subieron al autobús. Rubén la abrazó y le besó la mejilla.

-¿Esperabas a alguien?
-...No. A nadie.
-Vamos a ser muy felices. Ya lo verás.

(FIN)

(nota: para aclarar un poco las cosas, consulta la primera parte)

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