ahora era un alumno del tercer semestre de preparatoria, y me sentía superior a los de primero. mis amigos y yo, todos solteros, comenzamos a mirar a las nuevas compañeras. cada uno teníamos gustos diferentes, a edgar le gustaban bonitas y bien formadas, a arballo chiquitas y de cara redonda, a isaac altas y morenas... a mí me llamó la atención una muchachita de cabello negro, rasgos finos y lentes pequeños. mi prima águeda me aconsejó que me acercara a ella por medio de una carta. apenas hacía un mes que había terminado mi última relación sentimental, no estaba del todo dispuesto para enfrentarme de nuevo a los retos que el amor planteaba... pero terminó convenciéndome. transcribí un poema cursi que iba más o menos así: "yo no sé quién eres/ ni cómo te llamas,/ no sé si eres buena,/ humana y piadosa,/ o eres como todas,/ como tantas otras:/ insensible y falsa./ te conozco apenas/ a través del velo/ de mis fantasías/ y mis esperanzas./ ignoro tu vida,/ tus glorias pasadas,/ y hasta tu mirada/ me es desconocida/ porque no he tenido/ la suerte de verte/ de cerca a la cara", y otros versos más por el estilo. en una hoja anexa, le escribí que me daría mucho gusto si me diera la oportunidad de conocerla.
nuestros acercamientos fueron exitosos. ella me sonreía, me saludaba, aunque todavía la notaba muy reservada, o quizá fue sólo mi imaginación. no me importó que tuviera novio nuevo, de hacía unos días, me sentía muy seguro de poder hacerla cambiar de opinión, de conquistarla con mi extenuante romanticismo y los detalles: confiaba mucho en los detalles. le regalé un anillo que comencé a usar por aquellos días, "para que te acuerdes de mí", de dije. justo en ese momento, entró en acción su recuerdo, más fresco y más vibrante que nunca. podía escucharla en mi mente, diciéndome: "¿seguro que la quieres? ¿no será nada más una estrategia tuya para tapar el enorme hueco que dejé en ti?", y yo no sabía que contestarle. terminó por convencerme. yo en verdad me estaba haciendo ilusiones con mariel, la niña de lentes, pero su presencia aún invadia gran parte de mis pensamientos. cuando comencé a sentirme mal, cuando no pude soportar más la soledad, y el arrepentimiento, cuando interpreté las señales del destino como inequívocas, levanté el teléfono y la llamé.
-nos vemos en el kinder, a las 6 y media.
de ahí fuimos al malecón. nos sentamos, uno frente al otro, dispuestos a aclarar nuestros asuntos. ahora no estoy seguro si fue una estrategia más de un plan inconsciente o algo de veras espontáneo, pero no conseguí contener las lágrimas. jamás lloraba, desde los diez años no había vuelto a llorar nunca, y ella, conmovida, me regaló un beso. era un beso frío, indiferente, más de lástima que de amor, sus labios me buscaban consolándome, no acompañándome. le pedí una oportunidad para reconquistarla. cuando ella al fin accedió, yo no supe qué hacer, incluso tuve dudas sobre la petición que le había hecho. "no va a ser igual", me dije, y así nada más, traté de evitarla. me enfrasqué aún más en la música, decidí no pensar más en ella y enterrar, todavía vivo, el recuerdo que conservaba de nosotros...
la verdad es que lo encontre muy bueno y la mentira es que me parecio una mierda pinchada en un palo plateado. pero yo siempre voy con la verdad por delante, o casi siempre.
ResponderBorrarde veras. es la historia de siempre, el lugar comun mas topico, pero está muy lograda. bien escrita y directa, es fresca. y la carta cursi en letras rojas. simplemente genial. hablar a una desconocida con esa inocencia llena de esperanza.
me gusto. le pongo una cruz para que no se pierda.