Me la quito de encima y me levanto de la cama. Ya puedo convencerme de que perdí dos semanas de mi vida y no supe dónde las dejé.
-Te equivocas. Puedo hacer locuras a veces pero no sería capaz de matar a nadie. Mucho menos a Nabil. La amo.
Ella se queda estupefacta, como si mis palabras la hubieran ofendido. Esa expresión en su rostro la hace ver mucho más familiar ante mis ojos. Recuerdo que nos besábamos, que reíamos, que íbamos a su casa y nos desvelábamos viendo películas viejas. Pero pronto Nabil reaparece y ahuyenta a la entrometida. Tendré que usar mi último recurso para salir de esta confusión: la sinceridad.
-Mira, te voy a decir la verdad. Hoy desperté algo malo, sin recordar nada de lo que he estado haciendo las últimas dos semanas. Todo esto es muy extraño, así que por favor, explícame bien quién eres y de dónde te conozco...
Sus facciones se contraen más todavía. De pronto pierde el control, me grita que soy un cínico y comienza a lanzarme el despertador, la lámpara usada, un libro robado, la agenda telefónica, un bolígrafo, un portaretrato con la fotografía de mi hermana menor, no tiene ni maña puntaría ni poca fuerza, a mí no me queda más que encogerme contra la pared y esperar a que se tranquilice. Sus lágrimas son conmovedoras, y yo, sin poder explicarlo siento unas tremendas ganas de abrazarla y reconfortarla. Estoy a punto de ser vencido por el impulso cuando ella levanta el rostro y poner cara de sorpresa. O se le ocurrió un plan infalibre y recordó de pronto algo importante, eso no lo sabré hasta que ella decida hablar.
-Es verdad... El doctor nos lo advirtió hace meses... Sí, después del accidente en la moto de Lalo... Dijo... dijo que tenías un daño en no sé qué región del cerebro, y que podía afectar tu memoria... pero no es nada serio. En unos días se te pasará y...
-A ver, a ver, a ver... ¿Que dijo qué? Dime sus palabras exactas.
-Bueno, te hizo unos estudios y diho que un estado de estrés excesivo podría borrarte algunos recuerdos de la cabeza... Pero no sería permanente. Te acordarás pronto.
Esperaba que eso fuera cierto.
-Está bien... Entonces, dime... ¿quién eres?
-Brenda. Brenda Lerma. Te conocí en el bar de aquí cerca, hace ocho meses. Habías discutido con tu esposa, comenzamoz a hablar, y dormiste en mi casa. Recuerdo que te portarte como un caballero, no intentaste propasarte, fuiste muy dulce...
-No... ¡No! Nunca me he casado. Nabil y yo sólo éramos novios. Me estás engañando...
-¿per qué dices? Te divorciaste ese mismo mes, y obtuviste la custodia de tu niña... Sandrita te extrañó mucho, pero la cuidé bien, como te prometí, no te apures...
-¿Sandrita? ¿Cuál niña? Escúchame bien, Brenda, estás confundiéndome más... No tengo ninguna hija, ¿sí? Basta de tonterías, por favor...
-Ah, ¿no me crees? Llevas una fotografía de ella en la billetera. Vela tú mismo.
Tengo miedo de hacerle caso. Algo trama esta Brenda Lerma. Sólo son dos semanas las que perdí, es seguro que miente. Recordaría si tuviera una hija, recordaría si me hubiera divorciado y recordaría, eso es irrefutable, que maté a una persona. Mis ojos buscan el último recuerdo por todos lados, el último... Creo que discutí con Nabil... Pero nunca ha sido nada serio, no... Nada cuadra aquí. Debo intentar descubrir qué pasó. Sólo puedo confiar en mi hermano, Lalo. Por suerte, él llega en este justo momento para sacarme de una vez de esta maldita incertidumbre.
-Al fin... Mira, tengo a esta dama aquí, contándome una historia de ficción muy divertida que...
Lalo parece preocupado. Parece que no ha dormido en días. Cuando sus ojos se topan con Brenda, explota en furia y me grita señalándola.
-¿Qué hace esta puta aquí? Pensé que ya no la estabas viendo más...
-¿Qué dices? ¿Entonces sí la conozco?
Mi hermano no comprende lo que dije, así que tengo que contarle todo lo que me ha pasado este día, desde que desperté en Rosarito hasta este momento en el que él abrió la puerta. Cuando termino, él permanece inmutable.
-Alberto, escúchame. Todo lo que te dijo Brenda es cierto. Debes salir de la ciudad cuanto antes.
-No... No, no puede ser... Yo... nunca... nunca habría matado a Nabil... La amo...
-Eres el principal sospechoso. Además... antes de irte de la ciudad, me llamaste y me lo dijiste... Debes huir.
Me niego a creer toda esta mierda. Dejo a mis "invitados" allí y me voy al departamento de Nabil. La ventana está abierta, y la puerta entrecerrada, señales de que su única habitante se encuentra dentro...
(CONTINÚA)
--------------
[Parte uno]
[Parte tres]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Gracias por tus comentarios!