28/4/05

miércoles...

en la calle tercera, esperábamos a rosario luque. llamamos a mi papá, y fuimos a la colonia postal a buscar un cuarto. a las cuatro treinta de la tarde, don manuel nos abrió la puerta, le cambió las sábanas a la cama y me entregó las llaves del que sería mi nuevo hogar. yeah. volví a la escuela. al cine. a los taxis de acá. volví... y pues, me siento como en casa. aunque extraño, y cómo no. pero bueno. acá vamos, a ver qué pasa.

saludos.

25/4/05

auto-propaganda (en mi ausencia recomiendo...)

me fui. tardaré algunos días en ubicarme y establecer una administración temporal que me permita regresar a mi actividad en el blog, así que mientras tanto, y para los que se interesen, les dejo una colección de los cuentos con los que inicié, porque sé que muchos, como yo, poco nos interesamos en adentrarnos en ese desván inclemente de los archivos anteriores, y nos conformamos con leer sólo lo nuevo, que a fin de cuentas, es lo más interesante. en fin, lo haré de todas formas:

cuentos del génesis:
(inspirados en algunos episodios de este libro de la biblia católica... y por supuesto, pervertidos)
·eva y adán (primera parte)· :así fue la creación del hombre y de la mujer... según yo.
·eva y adán (segunda parte)· :así el hombre y la mujer fueron expulsados del edén.
·abel y caín (primera parte)· :así la maldad se esparció sobre la tierra.
·abel y caín (segunda parte)· :así caín mató a su hermano.
·lucifer· :así llegó lucifer.
·noé· :cuando un ángel baja del cielo y te ordena que construyas un arca, nadie te creerá.
·noé (segunda parte)· :te creerán hasta que se estén ahogando y te vuelvas loco.

cuentos egocéntricos:
(escritos para mí y mi perturbada mente)
·coma· :¿cuántos años me perdí?
·fotografías· :aunque sea evidente...
·olvidándome de mí· :quiero desvanecerme en el aire, y olvidar que existo.

de amores trastornados:
(virginio urbina cree que el amor es una mierda)
·manchas de sangre (primera parte)· :pensamientos asesinos derivados del amor.
·manchas de sangre (segunda parte)· :no puedes confiar ni en tu cómplice.
·demasiado lejos· :o "manchas de sangre 3", te querré aún después de muerto...
·episodio zoofílico· :cuando el perro se convirtió en el mejor amante de la mujer.
·cortina rosa· :aventuras nocturnas con un desconocido amante.


alicia quiere volver:
(basados en el cuento de lewis carrol)
·el reloj del conejo blanco (primera parte)· :alicia estuvo en un hospital psiquiátrico... pero no se curó del todo, dice el doctor.
·el reloj del conejo blanco (segunda parte)· :si veo al conejo de nuevo, vuelvo a seguirlo.

se cumplió el plazo. me voy.

no vi a nadie. mi abuelo no vino por el trabajo que me encargó. mi tío dany no vino a traerme el libro que le presté. nadie fue a la reunión de despedida, excepto mi papá y mis hermanos. así es mejor. seguro que ya todos saben que me voy, en mi familia las noticias vuelan como las noticias de atentados terroristas, pero de seguro todos esperan a que yo vaya a su casa y de la noticia en persona, como si no existiera el maldito teléfono. sí, me molesta que nadie haya querido hablar conmigo, ni siquiera mi tía Shirley, que llamó por la tarde. ¿por qué? ¿qué tiene que me vaya? ya sé... creen que me volveré un drogadicto empedernido y un juerguista despreciable si me salgo de debajo de su yugo sobreprotector. pero qué vaina, yo sé cuidarme, y sé también cuáles son mis prioridades... si no me voy a tijuana a inscribirme en concursos de quién inhala más mota, como todos piensan... pero me importa poco lo que piensen todos.

mi hermana me regaló una pulsera blanco y negro, junto con un beso como regalo de despedida. mi hermano un abrazo triste, "mañana me llevarás por última vez a la escuela, ¿verdad?". cómo hacen para tocarme las fibras sensibles, lo ignoro. en fin, será una noche más de insomnio, más pesado que nunca, una mañana que comenzará como todas pero terminará como ninguna. una mañana de hacer maletas, de comprar calcetines, de luchar para meter algún alimento en mi estómago, de espera, una larga y tortuosa espera... pero que marcará el final de una mucho más larga, una de cuatro interminables meses de un estado letárgico y que se perdió para siempre en el tiempo. ya me voy, y no hay marcha atrás...

(acá entra mi lado valiente, atrevido y amargado): "¡para, para de hacerte la víctima y el sufrido, que con eso no llegarás a ningún lado! para de provocar compasiones ajenas, bien sé que disfrutas escuchando palabras como "no te vayas, quédate", para hacerte creer que eres necesario en algún lugar, o "qué valiente, ponle empeño", para sentir que estás haciendo lo correcto, y que te atreves a jugarte el todo por el todo. no deberías ser así, deberías dejar de autocompadecerte, pobre de ti, que dejas todo por entontrar algo que no sabes qué es, pues qué querías, nada llega a cambio de nada, dicen por ahí, y eso no es más que la verdad. si quieres llegar lejos, debes escoger un camino largo y difícil, no hay otra opción, y para terminar de recorrerlo debes empezar a andar, no quedarte allí autocompadeciéndote y quejándote de lo complicado que será todo... basta de tonterías, sacúdete la pereza y échate al vacío."
eso es. la única manera de completar el sendero es no mirando hacia atrás, o hacerlo, sí, no tiene nada de malo, lo malo es cuando quieres añorar ese pasado que no será igual, hacer de cuenta que a cada paso que das, el camino se va desvaneciendo y por más que quieres regresar, no hay manera. sólo hay una dirección para seguir: adelante, siempre adelante... ya, termina con esta nostalgia prematura y con este humor depresivo, y piensa que la vida es una aventura inevitable. vámonos, vámonos juntos, para que no estés tan solo.
(0 días)

24/4/05

noche de luna llena

noche de lunaqué luna. qué noche. la ideal para no dormir, para desvelarse, para despedirse, para salir a festejar con los amigos que me regreso. pero qué digo, mis amigos ya se han ido, y los que quedan, no gustan de invitarme a salir. será porque en el bora o en el oyster no puedo evitar la cara de repugnancia que me brota al escuchar la música horrible ["dame más gasolina, a ella le gusta la gasolina..."], prefiero pasar la penúltima noche en vela, luchando contra mi insomnio.


por favor, que llegue...esperando a que la inspiración llegue de una vez, para terminar de escribir el regalo de mi hermana. ya, que soy un tacaño, lo sé, pero ¿qué más puedo enviarle desde la distancia y sin dinero? a ella le gusta leer, no sé si le gusten mis cuentos pero al menos le gustan los mismos libros que a mí (algunos). será la primera vez que no festejaremos nuestro cumpleaños juntos... algún día tenía que pasar... ¿o no? basta, no tiene caso torturarse más. disfrutaremos un domingo de sermones, de pintar la casa, de lavar ropa y hacer maletas, de elegir qué me llevaré y qué no, de escribir cartas de despedida para la gente... ojalá y que el domingo no llegara. pero llegará (incluso, ya llegó), y después será lunes, y me dolerá el estómago, como siempre cuando viajo.

no llegó. ¿llegará...?

y yo que no puedo escribir. tengo una página y un título tentativo ("en la ciudad de los hombres mariposa"), además del obligado final: "feliz cumpleaños, hermanita". pero nada más. debía terminarlo hoy... y apenas avancé unas tres líneas. qué bloqueo, ya, no quiero saber nada más de nadie ni de nada, no quiero pensar, no quiero hablar ni escribir ni caminar ni dormir. quiero que llegue el maldito lunes de una vez y yo pueda irme, sin remordimientos, cargando todos mis miedos y mis recuerdos, y mis esperanzas, claro. esperanzas efímeras, pero esperanzas al fin.
(-1 día)

23/4/05

dualidad tijuanense/mazatleco (y dilemas derivados)

que no hay marcha atrás, eso es indiscutible. me voy porque me voy. más por mí que por nadie más. he pasado horas y horas de insomnios terribles, primero pensando en qué voy a hacer y cómo lo voy a hacer, después en qué va a pasar y cómo va a pasar... en fin, echando miradas esperanzadoras a un futuro que quizá no llegue. porque, he de decirlo, no puedo decir "me fui a tijuana" hasta que pongo un pie allí, hasta que aparezca en la calle un letrero diciendo "tijuana centro" señalando la dirección con una flecha. y he aquí que estos insomios desoladores son producto de la lucha interna entre mis dos "yos", el tijuanense y el mazatleco. cabe señalar que pasé casi mis primeros diez años de vida en aquella ciudad fronteriza, más o menos la mitad de mis años (cuán poco he vivido...), por tanto, siento que tengo dos tierras, dos lugares, uno que me vio nacer, otro que me ayudó a ser lo que soy, uno que me regaló momentos de playas y de felicidad, otro que me hizo enfrentar mis peores miedos y mis mayores angustias... y esto no es del todo malo, porque através del miedo y de la angustia he crecido lo que llevo.

cuando escuché la proposición de mi papá, "pues vete hasta el lunes", mi yo-mazatleco respiró aliviado (un día más de olor a brisa marina, un día más con la familia, un día más de reposo y tranquilidad), pero mi yo-tijuanense también reaccionó (un día más de insomnio, un día más de espera, un día más de retraso). no supe qué decir, pero terminé diciendo que sí. todo debido a una supuesta "despedida" familiar, con lo mucho que me desagradan las reuniones familiares donde al menos una discusión es inevitable, donde todos, TODOS, me llevarán a un lugar aparte en el transcurso de la tarde a sermonearme como lo hacían cuando era un niño. que te fijes bien en lo que haces, que te fijes en las amistades, que en aquella ciudad hay "gente mala", como si yo todavía viera el mundo como negro y blanco, como si estuviera temblando de miedo o como si estuviera confundido y esto de vivir solo fuera un disparate endemoniado, o un "capricho".

yo no sé cómo pudieron ver en mí al jovencito maduro y serio, bien portado, estudioso y con buenas amistades (actores, cantantes, músicos y fotógrafos), pero sospecho que tuve parte de la culpa. cubrí con un velo semitranspartente sus ojos para que no vieran lo que en verdad era, para que no vieran las veces que no iba a la casa en todo el día, o las fiestas a las que iba (pocas, es cierto, pero sustanciosas), o para que no notaran mi postura semi-anarquista y mis problemas con las figuras de autoridad. por eso, no por otra cosa, ante el más mínimo intento que mis tíos herrera hicieron por someter mi tan preciada libertad, actué como actué. nunca, nadie, había tratado de ponerme límites, y eso mismo era lo que me había permitido llegar tan lejos siempre. las fronteras que mis tíos me prohibieron pasar se fueron acortando más y más hasta volverse insoportables, hasta asfixiarme e impedirme utilizar mi propio juicio y tomar mis propias decisiones, como lo había venido haciendo desde niño. claro, cuando les mostré la boleta de calificaciones, lo primero que dijeron fue "sí crees que por tener buenas notas te vamos a dejar hacer lo que quieras, estás muy equivocado. así manipularás a tu papá pero no va a funcionar con nosotros". jamás manipulé a mi padre (al menos, no en ese aspecto), sólo que él veía que, si iba bien en la escuela, no podía estar tan mal en mis demás aspectos. él veía mi alegría, mi comodidad, mi desenvolvimiento, y con eso le bastaba. "traes tonto a tu papá, te aprovechas porque se siente culpable...", dijo mi tía paty en una de las tantas conversaciones-discusiones. y así todavía se preguntan por qué no quiero quedarme con mis tíos...

en fin, la fecha oficial cambió de pronto hacia el lunes 25 a las 8 ó 9 de la mañana. mi ente mazatleco se dará vuelo este fin de semana tomando fotos, mientras que mi lado tijuanense añorará cada día más pasear por la av. revolución cuando todavía está muerta y desierta, a las seis de la mañana, y las conchas de la panadería "ensenada", y las hamburguesas de soya de "la sonrisa", y las empinadas rampas de la colonia postal... pero será sólo por un día más. que no hay marcha atrás, es indiscutible.

(-2 días)

22/4/05

mi pisoteada (y poco relevante para mí) reputación

-ya se va mi hijo a tijuana.

mi abuela se queda en silencio. sí, todavía me besa porque soy su nieto, y me da de cenar frijoles con queso (mi cena favorita), y dos vasos de leche, y me deja sentarme en medio de la sala para ver el futbol, pero ya no es lo mismo. yo sabía que algún día no sería lo mismo, pero no tenía idea que todo cambiaría durante su estancia en tijuana, cuando compartimos el mismo techo, y tan de repente. el anuncio en sí, el miércoles por la noche, volvió todo real, echó a andar una máquina imparable a partir de este momento. hasta entonces, la intención de regresar a tijuana sólo me incumbía a mí. a partir de que se dio a conocer en mi familia, se hizo oficial, se volvió inevitable.

mi madre se enteró por boca de mi hermana, mi hermano por boca de mi madre, y aún quedan algunos tíos despistados que no se han enterado y quizá sólo sepan de mi partida cuando yo ya esté allá. "que ya llegó tu sobrino a tijuana", "¿pues cuándo se fue?". ya hicimos cuentas. ya fijamos el día. ya cambié mi cepillo de dientes, mi desodorante y compré rastrillos. ya hasta sé qué ropa me pondré durante el viaje, y visualicé cientos de veces, durante las largas horas de insomnio, cómo será mi partida y mi llegada, qué pasará conmigo, cómo sobreviviré, esta vez solo. ¿será un capricho mío, nada más? vivir solo... desde que llegué a casa de los herrera, manifesté esa inquietud mía de mudarme a un lugar donde pudiera ser independiente. por supuesto, mi tío se rió de mí, mi tía expresó su incredulidad. luego de los problemas que tuvimos, no sé con qué cara iré a visitarlos. tan sólo imaginarme qué pasará si no voy en mi cumpleaños a su casa, que dirá mi abuela,el resto de la familia. que me descarrilé, que estoy alejándome de la familia, que soy un ingrato, después de todo lo que hicieron por mí, no supe apreciar lo que dieron... ¿qué me dieron? una cuerda para amarrar las todavía débiles alas que recién me habían nacido, y que yo luchaba por estrenar.

-no quiero decirte nombres para que no haya más problemas, pero quiero que demuestres que no te vas por lo que dicen. a mí me vale madre que me digan que es un capricho tuyo, tú demuéstrame que vas a lo que vas y punto final.

hasta acá me llega el eco de la risa burlesca de mi tía paty, "permíteme que me ría, mijito, pero veo difícil que llegues lejos con esa actitud... eres un soberbio". la rabia brotaba de mí por cada poro, por cada hueco, por los ojos, y no, esta vez, no pude quedarme callado para evitar problemas... grité, provocando una avalancha terrible que todavía no termina: "pues ya verá cómo se lo demuestro". esto ya no es una simple búsqueda personal, ni una lucha... es una guerra. guerra contra los que no creen en mí. ya quiero verle las caras cuando regrese el hombre de bien que se fue como el "niño berrinchudo que parece de 13 años".

mi madre reaccionó bien. mis hermanos, igual. el menor, para variar, ya me tocó un punto débil hace un rato: "no te vayas...", me dijo, pero reprimí cualquier sentimentalismo y me fui al lado objetivo: "pues ya van a empezar las clases, qué querías..." me convencí de que es la única manera. revestir el corazón con una gruesa capa de frío metal, sólo así no saldrá lastimado. sí, ya sé, soy un egoísta... pero no me queda de otra. si los dejo tocarme, no me voy, y hay muchos incrédulos que necesitan ver para creer...

(-3 días)

20/4/05

no vendrá (segunda parte)

El autobús llegó a la hora prometida, 5:45 de la mañana. Minerva sostenía su maleta con firmeza, mirando el reloj, esperando hasta el último momento, pues sabía que el temperamento romántico de Diego lo haría llegar justo cuando ella pensara que no llegaría. Y ya estaba empezando a dudar. "Si en verdad me ama, vendrá", pensó. No estaba segura de lo que había pasado entre ellos para llegar hasta este punto. La verdad era que, un día, había llegado Rubén y lo había cambiado todo. La central estaba casi desierta, unos cuantos viajeros regresando a sus lugares de origen, otros más volviendo a casa, un par de perros callejeros buscando entre la basura algo de comer, un par de niños jugando entre el equipaje, sujetos lavando los vehículos, choferes desayunando de pie mientras bromeaban entre ellos... Nadie, nadie estaba consciente del drama que estaba viviendo aquella chica de pie, con la maleta agarada con firmeza, consultando el reloj que no hacía ningún esfuerzo por detenerse. Los pasajeros ya comenzaban a abordar el autobús que ella debía tomar, como se había prometido, para empezar de nuevo.

"¿Habrá leído mi nota?", se preguntó, mientras verificaba por enésima ocasión que su teléfono estuviera encendido, que tal si Diego trataba de llamarla y ella con el celular apagado, sería una tragedia. No era su estilo dejar notas. Por eso había lo había llamado a su casa toda la tarde anterior, sin que él contestara. Sabía que, por más molesto que estuviera, debía contestar, aunque fuera sólo para decirle que bien por ella, si se iba con Rubén que tuviera buena suerte y que fuera muy feliz, ella trataría de consolarlo, tratando de hacerlo cambiar de actitud, tratando de sacarle un par de palabras, quédate conmigo, era lo que necesitaba escuchar. Pero Diego no contestó. Cuando fue a buscarlo y no vio su carro, dejó una nota en un folleto de publicidad de una pizzería y la dejó enrollada en la ventana. Ese era el estilo del pobre Diego, demasiado idealista. Pero todavía quedaban unos minutos.

Después, por la tarde, fue a la casa de Rubén. Minerva ya estaba decidida, si Diego no le contestaba, se iría con el otro. Al fin y al cabo, Rubén también había demostrado amor. Por supuesto, no era como Diego, y no sabía si eso era bueno o malo. "¿Te irás conmigo?", le preguntó él, "Sí, pero necesito despedirme de Diego", le dijo ella. Fueron a la casa de Minerva a preparar el equipaje, y Rubén, por entrar antes, vio en el suelo la nota que Diego le había dejado. Se quedó allí de pie, pisándola para que ella no la viera, y en un momento de distracción, se agachó y se la echó al bolsillo. No permitiría que el patético ex-novio arruinara su plan. Pasaron la noche en vela, viendo la televisión, algunas películas viejas, hasta que llegó la hora de ir a la central. Minerva revisaba cada dos minutos su celular, pensando si no se habría descompuesto. Pero no. Diego no llamaba porque había pasado la noche en la azotea de un edificio...

"Vamos. Ya es hora", le dijo Rubén. Minerva echó un último vistazo a la sala de espera, buscando la figura triste e insegura del que tanto había esperado. "No vendrá", pensó. Con un último suspiro, reafirmó la maleta y tomó de la mano a su acompañante, regalándole una sonrisa. Subieron al autobús. Rubén la abrazó y le besó la mejilla.

-¿Esperabas a alguien?
-...No. A nadie.
-Vamos a ser muy felices. Ya lo verás.

(FIN)

(nota: para aclarar un poco las cosas, consulta la primera parte)

18/4/05

nublado

soñaba con oficinas. conmigo de traje. con teléfonos sonando. con secretaras imprudentes... cuando me despierta la tenue luz blanca de una mañana poco común, una mañana nublada. no es que tenga algo en contra de las nubes, pero tantas malas experiencias -y otras tantas buenas- en días como este me han vuelto algo paranoico. tal vez sea percepción mía o tal vez un desconocido fenómeno psicológico, el hecho de que dos segundos después de mi salida del abismo onírico, mi hermano menor me hace la petición de todas las mañanas:

-¿me llevas?

Para qué negar que me enfada al despertarme así, sin aviso previo, con su cara en mi oído murmurando que me levante, pero no hay otra forma de hacerlo. Me niego unos instantes, fingiéndome hundido todavía en un lago de inconsciencia, le digo que no, que sigo dormido, y él argumenta que prefiere que yo lo lleve a que mi madre lo haga.

-ella se quiere ir bien tarde.

y a mi hermano le encanta llegar a su aula antes que nadie. sigo con mi jueguito de hacerme el difícil por unos minutos, aunque sé que es infantil, que me he de ver ridículo torturando a un pobre niño, lo hago para formar parte una vez más de un mundo que sólo existe entre nosotros, un mundo privado, con un lenguaje que nada más él y yo entendemos, porque dentro de unos pocos días, la distancia destruirá este paradisiaco y aislado universo, y dentro de algunos años, cuando la edad desplace a la inocencia de mi hermano, se convertirá en un vacío exponencial, imposible de evocar.

ahora que ese infeliz momento de amnesia que se mantiene unos instantes después de abrir los ojos se ha esfumado, ahora que sé lo que está a punto de pasar gracias a mí y a mi egoísmo, salto de la cama, tratando de parecer enojado, y hago que mi hermano guarde un riguroso silencio, sólo para torturarlo un poco más. al llegar a la escuela, le hago saber, a nuestra manera, lo mucho que lo quiero y lo mucho que me hará falta cuando no estemos juntos, bromeando con él y preguntándole con voz infantil:

-¿qué me vas a traer?

él lo piensa un poco, y, sonriente, sentencia:

-¡nada!

yo lo veo entrar en la escuela, y cuando desaparece entre los salones de clases, regreso a casa.


uno de los dibujos de mi hermano:

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"hamtaro matón"

16/4/05

amnesia voluntaria (3 de 3)

Ya pasó un año desde aquel día. Si hubiese descubierto antes cómo reprimir los recuerdos a mi antojo, tal vez esto no habría pasado, aún podría vivir en la feliz ignorancia, huyendo de la justicia, pensando que todos están locos porque creen que maté a mi novia. Pero no. Apenas vi su departamento, las imágenes perdidas comenzaron a vibrar en mi memoria y no se me ocurrió detenerlas. Ni siquiera sospeché que era una trampa. Desde entonces he practicado, viendo de qué soy capaz, y esta será la última noche que reviva este recuerdo. Mañana, cuando me pregunten por qué estoy en la cárcel, les diré la verdad: que no me acuerdo, y que nunca me acordaré.

La nocheen que maté a Nabil, había estado con Brenda largo rato. Llegué a casa a las diez. La puerta estaba entreabierta, las luces prendidas, y apenas entré, la vi con la pistola en la mano, llorando en el sofá, mirando al suelo mientras me esperaba.

-Llamé a la oficina y me dijeron quesaliste a las cuatro. ¿Dónde carajo estuviste?

Ya iba siendo hora de no esquivar más la verdad. Sí, es cierto que yo la busqué tres meses después de divorciarnos, cuando Brenda ya se estaba poniendo pesada con lo del compromiso, y es cierto que le prometí que jamás volvería a engañarla para convencerla de rehacer a nuestra familia. No había pasado ni medio año cuando ya todo estaba otra vez por los suelos, Nabil ya se hacía la mártir otra vez, Brenda otra vez presionando con sus ideas homicidas para separarme, alimentándose de una mentira inventada por ella misma... y no, yo no quería adentrarme más en ese vaivén inmoral de la bigamia, quería de vuelta los años gloriosos del amor sin fronteras, sin límites, cuando Nabil sólo existía para mí y yo sólo vivía por ella. Así que le diría la veradad: Que había vuelto a ver a Brenda durante el último mes, pero que ya me había decidido a cortar el triángulo y a quedarme con mi familia. Ella no me dejó. Ni siquiera me escuchó. Me apuntó con la pistola que yo mismo había comprado cuando se metieron a robar a la casa, diciéndome que yo era una sabandija del inframundo, que la había engañado todo el tiempo, que ella no quería una vida así, por qué la hago sufrir tanto, por qué no puedo amarla como antes, a ella que ha soportado tanto dolor, el cáncer de su padre, el tumor cerebral de su madre, el aborto del que sería nuestro segundo hijo, no valgo la pena, Sandrita no merece unos papás como nosotros... Siempre las lágrimas la hacen estornudar, y entre su nerviosismo y su perturbación, se distrae y yo le quito la pistola. Ahora soy yo quien le apunta, procurando parecer inofensivo...

-Bien, Nabil... Vamos a tranquilizarnos...
-¡Jódete, imbécil! Hoy nuestra hija se queda huérfana... ¡Ya lo decidí!

"Perdió la razón", pensé. Era de esperarse, su historial psiquiátrico no era un augurio de buena salud mental... Aún así, no me atreví a dispararle cuando se metió en la cocina y alcanzó un cuchillo. Me encaró. Ahora lucíamos como un par de gladiadores luchando por la muerte del otro. Yo no iba a dispararle. Pero es difícil controlar las reacciones naturales del cuerpo cuando alguien le abre a uno una herida profunda en la parte inferior izquierda del abdomen cuando menos la veías venir, no puedes controlar el terrible ardor de la carne abierta, ni la sorpresa de ver que quien tanto amas quiere matarte, ni la cara haciendo una mueca de sorpresa, ni el dedo jalando el gatillo del arma, ni el brazo derecho que se mueve por instinto hacia el atacante... Su cuerpo exánime quedó tendido en el suelo, y no volvería a levantarse. El brillo de sus ojos lúgubres no volvería a reflejarse en mi sonrisa, sus manos jamás desnudarían otra vez mi cuerpo, ni sus palabras llegarían a mis oídos, ni sus besos a mis labios. Cuando Sandrita dijera "mamá", nadie respondería a su llamado. Incluso el dolor de mi herida sangrante se apagó en ese instante, justo cuando no había más qué hacer.

Asustado, llamé a Lalo, y le dije lo que acababa de pasar. "No te muevas de ahí", me dijo, pero yo no soportaba contemplar el cuerpo desangrado de Nabil. Eché algo de ropa en una maleta, tratando de no despertar a Sandrita. Le besé al frente y le dije adiós. El egoísmo llevaba mi pensamiento del "acabo de matar al amor de mi vida" a un egoísta "iré a la cárcel". Llamé a Brenda para encargarle a mi hija, sin darle mayor explicación. A bordo de mi coche, manejé hasta que me topé por casualidad con un rave en la playa, abrumado por la insoportable herida. Quizá me dio justo en el alma, porque me dolía más por dentro. Pero confiaba en el bendito efecto de la heroína, abundante en este tipo de eventos, para sacarme de la realidad e instalarme en el cómodo palacio de la ilusión.

Dos semanas después, el recuerdo resurgió a mitad de la noche, más fuerte que nunca, provocándome una fiebre casi fatal. Por suerte, logré reprimirlo por primera vez, pero me confundí mucho y tuve que volver a Tijuana para saber qué había pasado. Brenda creyó que había matado a Nabil por ella... pero qué va. Cuando llegué a la casa de Nabil, no vi las patrullas escondidas en la esquina. Ya arrestado, me hicieron saber que Ana María Bravo había llamado a la policía advirtiéndoles que iba para allá, y me dieron un papel con un recado suyo: "Para que sepas que onmigo no se juega, cabrón", y un beso rojo pintado sobre las letras.

Pero ya estuve practicando, y mañana lo único que recordaré será mi nombre, y que yo mismo me borré la memoria mientras dormía. Quizá me vuelva loco y quiera saber otra vez qué pasó, pero no sé cuál es peor castigo: vivir una vida sin recuerdos o soportar estos recuerdos toda la vida.

(FIN)

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[Parte uno]

[Parte dos]

15/4/05

soy heroína

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You are Heroin (aka: smack, dope, brown sugar...).
You are the most dangerous drug between all
other kinds. You are bold, deep, dark,
mysterious, have your own world. You are
classified as class (A) illegal drugs.


What kind of Drugs are you? and how that reflect your personality?
brought to you by Quizilla

14/4/05

haciendo memoria #1

-¿viste?
-¿qué?
-¿no viste?
-dime qué...
-no sé... como una luz roja que salió.
-sí... pero no estaba segura.
sonreímos. nuestras manos se quedan así, juntas, pero con un hueco en el medio, para ver si otra luz roja vuelve a brotar. pero no saldrán más luces de allí. me despido de ella en la esquina, con un beso tímido, y camino hacia mi casa.
(...)
no puedo dormir. me recuesto en su hombro y ella me baja y me refugia en sus brazos como a un bebé. pasa un rato, ella me habla, para ver si estoy dormido, pero yo no respondo, para ver qué hace. acerca sus labios a los míos y me besa apenas. hacía tantos que no sentía los labios de nadie, que no hago nada para detenerla, a pesar de que no sentía nada por ella. pero empezaba a sentir algo, de eso no hay duda.
(...)
entro a la central cargando dos maletas, una mochila, mi morral y mi guitarra. mi tío, josé herrera, toma la maleta más pequeña, y me pregunta que cómo me fue. yo le digo que bien. apenas hablamos durante el camino. la cena de bienvenida fue muy fría y silenciosa. "me dijeron que no comías carne", dice mi tía, así que hizo, pues no sé, tal vez sopa. duermo en un colchón duro en la sala, y procuro no pensar en nada, no acordarme de lo que estoy haciendo, nada más despertar en la mañana y continuar igual.
(...)
-¿bueno?
-¿sí?
-¿tío? soy yo.
-ah... ¿qué pasó?
-em... nada. le hablaba para decirle que voy a ir a una fiesta ahorita.
-...bueno. ¿a qué hora llegas?
-pues... mañana.
-...ah. ¿ya lo pensaste bien? ¿te acuerdas en lo que habíamos quedado?
-sí. ya sé.
-bueno. adiós. que te diviertas.
(...)
está nublado. me fumo un cigarro a las puertas de la biblioteca. veo a alexandra tamayo bajar con su novio chuy, y no le hablo. mejor. que nadie me vea. así no tendré que dar explicaciones. pero alguien, tal vez liliana, tal vez taíz, qué sé yo, me descubren y luego me veo rodeado por mis únicos amigos de tijuana.
-¿qué pasó? ¿por qué no habías venido?
-es que estaba enfermo, y con estas lluvias...
-ah, sí... huevón... ¿y ya te inscribiste?
-em... no. no me voy a inscribir.
no sabía que sería un error. un problema más de no medir las consecuencias. y pensar que todo comenzó en un concierto de café tacuba, cuando mis tíos me preguntaron "¿y de ahí adónde fueron?", "a ningún lado... se acabó hasta las dos", y la avalancha de mentiras se desbordó.

13/4/05

amensia voluntaria (2 de 3)

Me la quito de encima y me levanto de la cama. Ya puedo convencerme de que perdí dos semanas de mi vida y no supe dónde las dejé.

-Te equivocas. Puedo hacer locuras a veces pero no sería capaz de matar a nadie. Mucho menos a Nabil. La amo.

Ella se queda estupefacta, como si mis palabras la hubieran ofendido. Esa expresión en su rostro la hace ver mucho más familiar ante mis ojos. Recuerdo que nos besábamos, que reíamos, que íbamos a su casa y nos desvelábamos viendo películas viejas. Pero pronto Nabil reaparece y ahuyenta a la entrometida. Tendré que usar mi último recurso para salir de esta confusión: la sinceridad.

-Mira, te voy a decir la verdad. Hoy desperté algo malo, sin recordar nada de lo que he estado haciendo las últimas dos semanas. Todo esto es muy extraño, así que por favor, explícame bien quién eres y de dónde te conozco...

Sus facciones se contraen más todavía. De pronto pierde el control, me grita que soy un cínico y comienza a lanzarme el despertador, la lámpara usada, un libro robado, la agenda telefónica, un bolígrafo, un portaretrato con la fotografía de mi hermana menor, no tiene ni maña puntaría ni poca fuerza, a mí no me queda más que encogerme contra la pared y esperar a que se tranquilice. Sus lágrimas son conmovedoras, y yo, sin poder explicarlo siento unas tremendas ganas de abrazarla y reconfortarla. Estoy a punto de ser vencido por el impulso cuando ella levanta el rostro y poner cara de sorpresa. O se le ocurrió un plan infalibre y recordó de pronto algo importante, eso no lo sabré hasta que ella decida hablar.

-Es verdad... El doctor nos lo advirtió hace meses... Sí, después del accidente en la moto de Lalo... Dijo... dijo que tenías un daño en no sé qué región del cerebro, y que podía afectar tu memoria... pero no es nada serio. En unos días se te pasará y...
-A ver, a ver, a ver... ¿Que dijo qué? Dime sus palabras exactas.
-Bueno, te hizo unos estudios y diho que un estado de estrés excesivo podría borrarte algunos recuerdos de la cabeza... Pero no sería permanente. Te acordarás pronto.

Esperaba que eso fuera cierto.

-Está bien... Entonces, dime... ¿quién eres?
-Brenda. Brenda Lerma. Te conocí en el bar de aquí cerca, hace ocho meses. Habías discutido con tu esposa, comenzamoz a hablar, y dormiste en mi casa. Recuerdo que te portarte como un caballero, no intentaste propasarte, fuiste muy dulce...
-No... ¡No! Nunca me he casado. Nabil y yo sólo éramos novios. Me estás engañando...
-¿per qué dices? Te divorciaste ese mismo mes, y obtuviste la custodia de tu niña... Sandrita te extrañó mucho, pero la cuidé bien, como te prometí, no te apures...
-¿Sandrita? ¿Cuál niña? Escúchame bien, Brenda, estás confundiéndome más... No tengo ninguna hija, ¿sí? Basta de tonterías, por favor...
-Ah, ¿no me crees? Llevas una fotografía de ella en la billetera. Vela tú mismo.

Tengo miedo de hacerle caso. Algo trama esta Brenda Lerma. Sólo son dos semanas las que perdí, es seguro que miente. Recordaría si tuviera una hija, recordaría si me hubiera divorciado y recordaría, eso es irrefutable, que maté a una persona. Mis ojos buscan el último recuerdo por todos lados, el último... Creo que discutí con Nabil... Pero nunca ha sido nada serio, no... Nada cuadra aquí. Debo intentar descubrir qué pasó. Sólo puedo confiar en mi hermano, Lalo. Por suerte, él llega en este justo momento para sacarme de una vez de esta maldita incertidumbre.

-Al fin... Mira, tengo a esta dama aquí, contándome una historia de ficción muy divertida que...

Lalo parece preocupado. Parece que no ha dormido en días. Cuando sus ojos se topan con Brenda, explota en furia y me grita señalándola.

-¿Qué hace esta puta aquí? Pensé que ya no la estabas viendo más...
-¿Qué dices? ¿Entonces sí la conozco?

Mi hermano no comprende lo que dije, así que tengo que contarle todo lo que me ha pasado este día, desde que desperté en Rosarito hasta este momento en el que él abrió la puerta. Cuando termino, él permanece inmutable.

-Alberto, escúchame. Todo lo que te dijo Brenda es cierto. Debes salir de la ciudad cuanto antes.
-No... No, no puede ser... Yo... nunca... nunca habría matado a Nabil... La amo...
-Eres el principal sospechoso. Además... antes de irte de la ciudad, me llamaste y me lo dijiste... Debes huir.

Me niego a creer toda esta mierda. Dejo a mis "invitados" allí y me voy al departamento de Nabil. La ventana está abierta, y la puerta entrecerrada, señales de que su única habitante se encuentra dentro...

(CONTINÚA)

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[Parte uno]

[Parte tres]

12/4/05

amnesia voluntaria (1 de 3)

Un suave rumor, como el sonido del mar, me despierta de súbito. Esto no huele a mi casa. La cama está demasiado grande, las sábanas son nuevas. Abro los ojos. Por la enorme ventana, justo frente a la cama, entra la luz débil y blanquecina del amanecer, atravesando las cortinas transparentes. Puedo ver la playa, aunque sé que es imposible, al otro lado del marco. Miro alrededor. Esto no es mi casa. Estoy desnudo, y muy cansado. Mi cuerpo está frío. Me duele la parte inferior izquiera del abdomen, y me percato de que tengo un parche allí, cubriendo una herida profunda que comienza a sanar. Oigo que alguien silba una melodía familiar. Mi ropa yace en el suelo alfombrado. De un salto me levanto y me pongo los pantalones. Sigo este sonido silbante, que me conduce hacia el baño junto a la recámara. La puerta está abierta. Hay pinturas en todas las paredes, pinturas que no conozco. En la tina, una mujer silba con los ojos cerrados. Es hermosa. Quizá percibe mi presencia, o escucha mis pasos, porque de pronto fija su mirada en mí.

-Ya te levantaste... Buenos días. Ven. Métete conmigo. ¿Ya te sientes mejor?

Pienso en la dificultad de tal hazaña, pues aunque esta mujer desconocida que me trata con la mayor confianza posible no posee un cuerpo demasiado voluminoso, el mío junto al suyo sin duda nos dificultaría la labor de acomodarnos en ese pequeño espacio sin que uno de los dos quede en una posición incómoda. No he perdido la calma, eso se nota, pero me pregunto cuál será la mejor manera de indagar qué estoy haciendo aquí sin oírme como un imbécil. Sí, me siento un poco perdido, lo acepto, pero aún sé que me llamo Alberto Flores y que vivo en el centro de Tijuana, que en mi departamento apenas quepo yo y que la única ventana da al patio común y no a las playas del Pacífico. Estoy seguro que esto no es el producto de una tremenda borrachera porque no siento resaca alguna, así que no hay de otra.

-¿Qué estoy haciendo aquí?

Apenas puedo creer que lo pregunté. La mujer de la tina me mira divertida, su sonrisa es la ternura hecha labios, y me remuerde la conciencia. Nabil no estará muy contenta cuando se entere con quién pasé la noche, pero antes, yo mismo debo saberlo.

-¿De qué hablas, Alberto? Anda. Ven...
-No, no, no... Primero dime qué hago aquí. Y quién eres tú.

Ella sale de la tina, alarmada, y así, desnuda y chorreando agua, me toca la frente y las mejillas.

-Ya no tienes fiebre... ¿Qué te pasa? No empieces con bromas. Bien sabes que no me gustan.
-No es broma. Por favor, dime dónde estoy y quién eres tú.

Ella hace un gesto de resignación. Luego sonríe.

-Vas... Te seguiré el juego: Estás en la casa de playa de mis padres, en Rosarito, y yo soy la mujer de tu vida, Ana María Bravo. Ahora, vamos a la tina...
-Para, para... ¿de qué hablas? ¿Desde cuándo estoy aquí?
-¡Ya, Alberto! Tienes dos semanas viviendo conmigo, como si no lo supieras, desde que nos conocimos en el rave. No me digas que no te acuerdas de nada, porque...
-¿Rave? ¿Cuál rave? Explícame bien porque estoy confundido...
-Vaya... No pensé que la fiebre de anoche te fuera a afectar tanto. Creí que había sido por el maravilloso sexo previo, y no por la infección de la herida que te hizo esa perra...
-Basta de bromas. Me largo a mi casa.

Ana María, que así me dijo esta mujer que se llamaba, me persigue así, desnuda, hasta el cuarto donde desperté hace apenas unos minutos, y mientras termino de vestirme me dice que no esté jugando, primero divertida, luego alterada, por último furiosa, no vas a dejarme aquí sola, adónde crees que vas, etcétera. Descubro una maleta con ropa mía detrás de la puerta, y en el tocador están las llaves de mi coche, y quitándome a esta loca de enfrente, salgo de la casa. Encuentro mi coche, ella se envolvió en una toalla y me sigue todavía, gritando. Cuando arranco el motor, ella baja la voz y pronuncia una sentencia sorpresiva.

-No puedes volver a Tijuana. Te estará buscando la policía.

La miro y nos quedamos inmóviles dos segundos. Meto la reversa.

-Como tú digas. Chao.

(...)

No parece que pasaron dos semanas. Todo está igual. Hay un recado que Lalo pasó por debajo de la puerta, nada más dice: "Llámame". Nabil no contesta el teléfono, le dejo un mensaje en el contestador. Ha de estar muy enojada. Llamo a Lalo.

-¿Lalo? Soy yo...
-Voy para allá.

Y cuelga. Dos minutos más tarde, alguien toca la puerta. No puede ser Lalo, vive al otro lado de la ciudad. Es otra mujer, a la que tampoco conozco. Me atrapa en un abrazo, me besa, me tumba en la cama, radiante de felicidad.

-Ya la mataste, ¿verdad?
-¿Qué? ¿A quién?
-A Nabil... Sí, fuiste tú. ¡Gracias! Ahora sí estaremos juntos... Nadie nos separará.

(CONTINÚA)

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[Parte dos]

[Parte tres]

11/4/05

comedor mudo

es la hora de comer en calle palomas #229, que es donde paso mis días y mis noches desde hace cuatro meses sin mayores variaciones. el platillo de hoy, tostadas, por supuesto de frijoles y queso porque mientras yo esté aquí, nadie de mi familia come carne, y no es que yo los haya sometido, ellos así lo prefieren por propia voluntad. mis hermanos están de buen humor, jugueteando como dos chiquillos. mi madre los anima, desde que llegué no ha mostrado su lado más cruel y despiadado, con la intención oculta de que al final, decida quedarme. pero no. nadie come en silencio. entre anécdotas y comentarios pueriles, cada quien termina su ración diaria de comida a las tres de la tarde. el silencio de los estómagos satisfechos es el ideal para anunciar, de una vez por todas, que las clases comienzan el 2 de mayo, y por tanto, debo irme una semana antes, porque aparte de buscar dónde quedarme, visitaré a lady blue en mexicali. dicho todo de corrido, la familia tardará un poco en captar la esencia de la noticia: me voy, los dejo por tercera vez, aunque ninguno de nosotros queramos, en el fondo sabíamos que este día llegaría, desde que volví aquella noche del miércoles 12 de enero cargado de equipaje, cuando mi padre, decepcionado, me recibió con un abrazo frío y distante, y mi madre con una enorme sonrisa de satisfacción, y mis hermanos con una euforia que conservan hasta hoy.

mi madre dirá: "y cuándo te irás", yo: "la semana entrante", ella: "por qué tan pronto", yo: "porque debo buscar dónde quedarme", ella: "no te quedarás con tu tío pepe", yo: "no, ni loco vuelvo con ellos", ella: "entonces no te vas", yo: "cómo que no me voy", ella: "no te vas, ni modo que te quedes solo", yo: "mi papá se irá en unos meses, no estaré solo", ella: "y qué tal que no se va", yo: "se irá, ya está decidido", ella: "yo también me iré", yo: "no es necesario, los niños no quieren, ma', no puedes obligarlos a irse", ella: "y entonces con quién vas a quedarte", yo: "pues rentaré un departamento", ella: "tendrás que ponerte a trabajar", yo: "ya sé", ella: "tendrás que cortarte el pelo", yo: "ya sé", ella: "tendrás que lavarte tu ropa, hacerte tu comida, llevar tus propias cuentas", yo: "ya sé, ya sé, ya sé, madre, no soy idiota", ella: "por qué no te quedas a estudiar aquí", yo: "porque ya comencé allá, y no quiero dejarlo a medias", ella: "no te vayas, hijo, quédate con nosotros", yo: "perdón, ma', tengo que irme".

se nos romperá el corazón a los dos. mis hermanos, mudos, presenciarán la escena y no tocarán el tema en los días subsecuentes. mi mamá había hecho planes ya para celebrar mi cumpleaños el mes siguiente, y yo se los habré echado a la basura así como así. pensarán que soy un egoísta... pero no estoy dispuesto a lidiar otra vez con el dilema eterno de "qué es lo mejor", mis balanzas están rotas, no puedo cuantificar ningún elemento. por primera vez en mucho tiempo, estoy haciendo lo que intuyo que es la mejor opción. no voy a llorar. seré solo un espectador más, un lector de un cuento ajeno que no sé a quién se le ocurrió, ni para qué fin, ni en qué terminará.

pero antes, antes de que todo esto pase, antes de que mi madre se encierre a llorar en el baño para que el eco de sus sollozos pueda llegar hasta mis oídos gracias a la resonancia especial de la casa, antes de que mi hermano comience a tratarme como un desconocido, y que mi hermana comience a mirarme como si mereciera mi compasión, antes de decir una sola palabra, me levantó de la mesa y me voy a mi cuarto. no me siento capaz de arruinarles su buen humor a todos juntos, de un solo golpe. trataré de aplazar el día de mi partida una semana más, para tener tiempo de despedirme de todos, otra vez. mientras, los dejaré que vivan felices en su ignorancia de que, llegado el plazo, me iré, a pesar de todo.

9/4/05

en la central

El camión llegó a Ciudad Obregón, Sonora, a las tres de la tarde. El aire acondicionado se había descompuesto y el chofer anunció que había un problema con la transmisión del vehículo, por lo que los pasajeros se verían obligados a soportar el extremo ybochornoso calor de aquel lugar durante dos horas y media, más o menos, mientras reparaban el problema. Ramiro bajó su cajetilla de cigarros, su libro -"El laberinto de la soledad", de Octavio Paz-, y su cartera. Se sentó en la sala de espera a hacer lo que todos hacían, luego de ir al baño a enjuagarse el rostro invadido por la somnolencia, y esperó. Abrió su libro, lo cerró, lo volvió a abrir, y decidió llamar por teléfono a Marisol para avisarle del retraso. Los teléfonos públicos de tarjetas estaban afuera de la central, del lado de la banqueta, y hasta allá tuvo que andar Ramiro cargando con sus cigarros, su libro y su cartera.

Una mujer alta y morena aporreaba uno e los teléfonos, al borde de la histeria. Ramiro la miró extrañado y atraído por su inaudita belleza, pero disimuló su admiración bajando la vista y buscando el número de teléfono de su casa. La mujer morena se quedó de pie. Parecía consternada, y no se movió para nada. Ramiro marcó cada número con cuidado, percibiendo los ojos de aquella desconocida sobre él. Siempre había tenido ese talento inhato para atrapar las miradas y los deseos de las mujeres que se le acercaran. "Son las feromonas", le dijo su amigo el poeta.

-¿Hola? ¿Marisol? (...) Soy yo (...) En Ciudad Obregón, el camión tuvo un problema (...) Pues como dos horas y media, dijo el chofer (...) Qué va, creo que iré a comer algo y a estirar las piernas (...) Sí, un calor endemoniado, ¿y los niños? (...) Qué bien. Diles que su papi ya va (...) Bueno, te quiero, nos vemos (...) Sí, yo te llamo. Bai'.

Ramiro colgó y supo quela mujer morena no había salido de su trance hipnótico.

-¿Algún problema, señorita?
-Por favor, llámame Silvia. Escuché que estás libre para comer.
-Sí, bueno, en realidad...
-Conozco un lugar espléndido cerca de aquí. ¿Vamos?
-...Está bien.

(...)

"¿Qué le pasa a esta loca?", pensó Ramiro cuando Silvia se agarró de su brazo en la entrada del restaurante y lo condujo hacia la mesa. Lo miraba a los ojos con esa expresión seductora que Ramiro no podía resistir. Era bellísima. Se mojaba los labios rosas con su lengua cada diez segundos, su vestido azul, entallado y con un gran escote, la hacía ver como si debajo de la tela no trajera nada más que la piel. Su tez morena, combinada con la fina capa de sudor que la cubría y el cabello negro suelto sobre los hombros, le daba un toque salvaje y atrevido. Ramiro ya no pudo quitarle los ojos de encima.

Cualquiera quelos hubiera visto allí, sentados y charlando, habría pensado que eran amigos de toda la vida.

-Mi departamento no está lejos. ¿Quieres ir?
-Pues no sé... Falta como una hora para que salga mi camión.
-Es tiempo suficiente. Vente.

Fueron. Comenzaron a besarse desde la entrada. Ramiro se deshizo de sus ropas como si le quemaran, y empujó a Silvia hasta la cama, olorosa a jazmín. Ella lo dejó tendido y se puso de pie, quitándose, con una lentitud inquietante, el vestido de una sola pieza. Debajo no llevaba más que una tanga diminuta que en pocos instantes se unió al resto de las prendas en el suelo. La explosión del orgasmo, contenido por más de media hora, dejó a Ramiro hundido en las tinieblas de un sueño profundo.

Despertó y Silvia ya no estaba. Había un recado en el espejo: "Cuando te vayas dejas la luz prendida. Y por favor, no vuelvas a buscarme". Se vistió con una rapidez impresionante, y se negó a creer que la noche había invadido ya el cielo. "No... no puede ser... ¡Mierda! ¿Y mi cartera?". Sus bolsillos estaban vacíos. Silvia se llevó, incluso, el libro de Octavio Paz.

Ramiro llegó al mismo teléfono que había usado por la tarde y marcó por cobrar a su casa.

-¿Marisol? No lo vas a creer... Me dejó el autobús. Estoy en la central de Ciudad Obregón (...) Sí, todavía (...) Bueno es que... me perdí y me asaltaron (...) Sí, ya sé, soy un imbécil. Mándame dinero, ¿no? Bueno. Te quiero. Bai'.

(FIN)

de tu arte...

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si esto no es arte, entonces sáquenme de mi error: "se me chispoTió", de la colección "la hermana pródiga"

8/4/05

la tercera despedida

ya encontré la razón de la depresión que estoy intentando evadir sin mucho éxito. es porque faltan siete días para la tercera despedida, y creo que será más difícil que las dos anteriores. he pensado en irme el viernes por la mañana, mientras mis hermanos están en la escuela y mi madre trabajando, para que no tengan que lidiar con un recuerdo más de mí abandonándolos por propia voluntad. no voy a negar que me cuesta trabajo, más por ellos que por mí, tener que someterlos al dolor que han de sentir al quedarse más solos de lo que yo estaré allá. no es secreto para nadie que mi madre sufre de un delirio de soledad enorme, le da miedo terminar como una de las señoras a las que cuida en su papel de enfermera, con alz-haimer, sin comprender que sus recuerdos ya no son parte de la realidad, y tal vez ya se está haciendo a la idea de que a mí ya me perdió, que mis intentos de volar y alejarme del nido no han terminado bien nunca, pero mis deseos no se desvanecen, por eso monitorea con tanto ahinco las actividades de mi hermana la dibujante, llamando a la casa de sus amigas, a qué hora te vas a venir, no llegues tarde, a dónde vas, por qué, cuándo, no vas, no vas, no vas, y de mi hermano el futbolista, se le notaba la angustia en el rostro cuando él se fue a morelia al torneo de fútbol escolar por un fin de semana, la casa estaba más silenciosa, más oscura, más aburrida, se notaba su ausencia... ¿así pasará conmigo? ¿cómo se verá mi silla en el comedor vacía? ¿cómo sonarán las bocinas de la computadora en silencio, y el librero imperturbable cubriéndose de polvo, y mis cuadernos con dibujos estancados en el armario? ¿cómo se verán las puertas siempre cerradas, las cortinas siempre corridas, las teles siempre prendidas, cuando no esté yo para abrir las puertas, descorrer las cortinas y apagar las teles?
pero ya es hora. es hora de que mi madre comprenda que sus hijos deberán ir, algún día, en busca de su propia vida, es hora de que mi hermana madure y se dé cuenta de que escuchar a los grupos de música comercial (que yo odio tanto) y hacerse adicta a las novelas juveniles de televisa no le dejará nada bueno, es hora de que mi hermano deje de temerle a la soledad, al silencio de la noche, a la falta de un eterno compañero que lo acompañe en sus divertimientos crepusculares, y que vea con él los simpson y malcom, sus programas favoritos. es hora de que entiendan que yo necesito extender mis alas y echarme al vacío para no quedarme estancado para siempre en una ciudad sin futuro y sin pasado, donde todo lo nuevo termina por fastidiar y todo lo viejo se desvanece en forma de centros comerciales y calles pavimentadas. nos va costar trabajo a todos, fragmentarnos otra vez, una familia tan pequeña, y quizá me gane el desprecio de todos como me gané el de mi abuela, por qué nos abandonas, acaso no estás agusto aquí, pues claro, quién no está agusto en un lugar lleno de atenciones y cuidados, donde en cada reunión se preocupan por hacer un platillo sin carne para el nieto consentido, donde los tíos le ofrecen a uno cerveza bajo el pretexto de "aprender a qué sabe", donde no tengo que lavar ropa, ni hacer comida, ni preocuparme por nada, más que por hacer compañía.
lástima que me acostumbré a vivir así los cuatro meses que pasé aquí. creo que sería conveniente irme y no volver hasta el año próximo, para enterarme que mi hermano sí se graduó de la primaria y quedó en la eti 5, la secundaria más prestigiosa de mazatlán, para enterarme que mi hermana ya es toda una mujercita y no una puberta vacía más, para enterarme que a mi mamá se le quitó el miedo a la crítica social y encontró a un hombre que no le importa que ya no pueda tener hijos... me gustaría que las cosas cambiaran sin tener que pasar por el terrible proceso de transición, despertarme mañana y vestirme con fachas para ir, otra vez, como siempre, a la escuela, pensando en lo lejos que estoy de mi familia y lo cerca que estoy de mi ideal de vida: una vida sin ataduras, en busca de la madre para mi hijo, que tal vez esté en mexicali.

6/4/05

no vendrá

Desde allá arriba, Diego podía ver gran parte de la ciudad, cubierta por el brilla melancólico del crepúsculo. "¿Y si no viene?", pensó, mirando el reloj. Se puso de pie y se asomó al vacío. En la calle, la gente despreocupada caminaba sin notarlo. Al fin y al cabo, sería uno menos en aquella enorme ciudad. El viento era helado. Le dio de plazo hasta que la luz moribunda del sol se extinguiera por completo. Le encantaban las escenas dramáticas, fantaseó durante horas con la llegada de Minerva, con sus lágrimas de arrepentimiento manchándole la ternura del rostro, con su dulce voz diciéndole al oído "Aquí estoy, vine a salvarte". Ya tenía preparada la segunda nota, escrita en una servilleta, empuñada con firmeza en su mano izquierda. Había pensado mucho en los últimos meses, decidiendo al final que una herida sangrienta en su meñaca tal vez no cumpliera el cometido, aburriéndose por lo complicado que resultaría conseguir una soga y ahorcarse, horrorizado por el espectáculo que iba a ser su cuerpo balanceándose como una vulgar piñata a la espera de una paliza. También le gustó la sensación del cañón de una pistalo dentro de su boca, el metal frío e insensible acariciando su lengua blanda, pero adivinaba que no le alcanzaría el valor para jalar el gatillo. Optó por una alternativa mucho más romántica. Si Minerva no iba al finalizar el día, no tenía más que correr y saltar, gozando sus segundos finales con el vértigo de la caída libre y destrozando su cráneo contra el pavimento, en medio de los transeuntes. Así podría saberse más pronto de su muerte, no tendría que esperar a que alguien encontrara su cuerpo para difundir la nota de amor que torturaría para siempre la conciencia de la mujer que amaba.

Clavó sus ojos en la escalera que llevaba hasta la azotea del edificio. La luz ya no era más que un espectro distante. El tiempo no se había detenido. Las primeras estrellas se encendieron en el firmamento. "No vendrá", pensó Diego. No quedaba de otra. Reunió todo su valor, procurando no acordarse de nada, esperando todavía que en su carrera hacia el vacío, un grito desgarrando el aire llegara a sus oídos y lo frenara todo, salvándolo de sí mismo. Esperó todavía unos cuantos minutos, esperó hasta que la luna trazó un buen tramo en el cielo, esperó hasta que la noche murió y el alba irrumpió con lentitud de nuevo en la ciudad. Con un profundo suspiro, se puso de pie, se asomó otra vez al abismo, y lamentó su cobardía. Hizo pedazos la nota, dio media vuelta y regresó sobre sus pasos, alcanzando la escalera que lo llevaría de vuelta a la calle, de vuelta a su casa y de vuelta a sus planes, nunca concretadas, de tener un final romántico.

(FIN)

nota: lo publico así, aunque siento que no está del todo terminado... no tengo idea de qué es lo que le falta, así que agradecería sus comentarios. gracias.

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[Segunda parte]

inundación

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una pieza más del arte abstracto de mi hermana: "se inundó"

remedios para un corazón extraviado

Niégame. Tortúrame. Olvídame.
Borra de tu memoria todo recuerdo mío.
Quema tus labios con el silencio de mis oídos.
Evítame. Destrúyeme. Sabes cómo.
Toma mis letras y mánchals con mi sangre.
Empapa mi alma con los clamores de tu voz.

Entiendo tu odio. Repúdiame. Elimíname.
Haz de mí lo que yo no he podido contigo.
Lánzame contra mi angustia y québrame.
Destrózame. Húndeme en el fango del dolor.
Cambia el color de tus ojos y piérdeme en ti.
Devórame. Alcánzame. Perdóname.

No puedo encontrarme porque me tienes tú,
recluido en el cuenco de tu venganza,
privado de tu libertad. No me sueltes.
Oblígame. Vierte sobre mí tu indescencia.
No han de preocuparte mis heridas.
Deséame. Ámame. Ya estoy muerto.

5/4/05

diálogo con richard #2

miré con tristeza cómo caían las últimas cenizas del cigarro. qué pronto se acabó.

-épale, tú... ¿por qué tan solito?
-mmmh... por nada, mi apá llevó a mis hermanos al cine, y mi amá se fue a trabajar... ya ves, me dejaron solo.
-¿y eso que no quisiste ir al cine?
-ve tú a saber... desde que tengo memoria, el cine es mi lugar preferido para matar el tiempo. creo que nada más no tenía ganas.
-eso ya no me sorprende. últimamente no tienes ganas de nada, ¿o me equivoco?
-¿...por qué lo dices?
-nomás mírate, aquí inhalando químicos venenosos, en vez de pasar una velada agradable con una fracción de tu familia... y no te olvides del fin de semana pasado, evadiendo a tus pocos amigos cuando te invitaban a divertirte un rato... estás irreconocible.
-es que no tengo ganas de verle la cara a mi apá... se llevó mi cámara, y estaba a punto de comenzar a grabar.
-no te quejes, ¿por qué no grabaste nada durante todo el tiempo que la tuviste? sólo aplazabas más y más las cosas... eres un fraude.
-¿a eso viniste nada más? ¿a joderme la noche?
-no, qué va... es que no puedes ver el lado positivo de las cosas, esto lo hago para que te sacudas la pereza, ¡date cuenta! te quedan pocos días aquí... y en lugar de aprovecharlos te encierras en tu casa a aburrirte, a torturarte con tu pobre vida... ya me estás hartando, cabrón...
-pues sí, lo dices todo como si tú supieras lo fácil que es dejar todo lo que te hace sentir seguro y largarte de tu ciudad arrastrando contigo a tu angustiada familia... mejor no hables.
-puros pretextos. ese no es motivo para masacrar lo poco que queda de tu humillada autoestima. bien sabes que tengo razón.
-quería estar solo... es todo.
-sí... esas son palabras de un amargado, ¿lo sabías?
-ya, lárgate, güey... me doy a dormir.
-órale pues... a ver si puedes.

de regreso en mi cuarto, me acuesto y miro al techo. no sé qué me pasa. quisiera haber ido al cine...

extinguiéndose

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"talking shit about a pretty sunset"

4/4/05

bonita pareja

Llevaba en la mano sudada el recorte viejo del periódico, la única prueba tangible de su existencia. No despegaba la vista de la entrada del restaurante, ansiosa, aunque todavía faltaban algunos minutos para que dieran las seis. Esperaba encontrar a ese hombre de doscientos kilos, feo, de 37 años, que aceptaba "madre soltera para fines matrimoniales". Aunque Diana no tenía hijos, al abrir el periódico en la página de anuncios calificados, sección avisos personales, dispuesta a que un desconocido le ayudara a alejar la soledad que la embargaba, la profunda meditación la hizo descartar al "joven aventurero de 18 años, guapo, buscando compañera para diversión", al "joven de 28 años, profesionista, ojos de color" y al "chico solitario bien parecido", convencida de que si éstos eran sinceros, les faltaba modestia, y si mentían, su apariencia real estaría lejos de la descripción, además de que jamás podría esperar que le dijeran la verdad. "Prefiero uno feo y gordo, pero modesto y que no me mienta", pensó. Entonces vio entrar a un joven vestido con un saco gris y pantalón de vestir, rubio, ojos azules, sonrisa perfecta, y los ojos se le desviaron de la puerta hacia sus zapatos lustrosos y recorrieron el cuerpo del especimen masculino hasta la punta del último cabello brillante. La sorpresa de Diana fue ver en el bolsillo de su saco la rosa blanca que habían acordado llevar a su cita para reconocerse, y no pudo fingir la indiferencia planeada cuando él se sentó frente a ella y saludó con su radiante sonrisa.

-Hola. Soy Rodrigo. Tú debes ser Diana, ¿cierto?
-Sí... -apenas pudo articular el monosílabo.
-¿Sorprendida?
-Pues, la verdad... esperaba que fueras...
-¿Cómo?¿Gordo y feo?
-Pues... sí.
-Qué va. Busco a una mujer que no se deje llevar por las apariencias, por eso mentí en la descripción. Tú fuiste la única que contestó... Gracias.
-No... No hay por qué.

Él insistió en conocer todo de su vida. Tenían mucho en común. Bebieron vino. Comieron una ensalado, y fumaron un cigarrillo. Después, fueron a bailar, y ya en la madrugada, Rodrigo se ofreció a llevarla a su casa en su flamante coche, y ella lo invitó a entrar. Fue el mejor sexo que Diana hubiese tenido en su vida.

(...)

Rodrigo se retrasó un poco por los nervios. Al final, decidió no seguir el consejo de su amigo Ignacio y acudir al restaurante. Si ella había llamado, a pesar de la fiel descripción que se arriesgo a publicar, era porque de verdad no le importaban sus doscientos kilos y su fea cara. "O tal vez quiera burlarse de ti", le dijo su amigo. Tomó un baño, se afeitó, se peinó, e perfumó. Llegó al restaurante, pero desde la puerta distinguió el porte elegante de Ignacio. Frente a él, una mujer joven, de cabello castaño, ojos grandes, lucía como prendedor en su blusa una rosa blanca. Era ella. Rodrigo sacó la flor de su bolsillo y la tiró al suelo. El engaño de su amigo lo lastimó... pero pensó que sería mejor así. Ellos formaban una bonita pareja. ¿Cómo se vería una mujer hermosa y delgada como Diana al lado de un enorme y nada agraciado hombre como él? Vio que se disponían a marcharse, Ignacio y Diana, así que dio media vuelta, se secó la humedad de los ojos y regresó a casa. Abrió las válvulas de gas de la estufa, y un par de horas después, cuando el aire ya era muy denso, alcanzó la caja de los fósforos. "Sí... se veían bien juntos. Serán una bonita pareja".

(FIN)

3/4/05

galaxias

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"Se mochó la galaccia", hecho por mi hermana

demasiado tarde, parte dos

ahora era un alumno del tercer semestre de preparatoria, y me sentía superior a los de primero. mis amigos y yo, todos solteros, comenzamos a mirar a las nuevas compañeras. cada uno teníamos gustos diferentes, a edgar le gustaban bonitas y bien formadas, a arballo chiquitas y de cara redonda, a isaac altas y morenas... a mí me llamó la atención una muchachita de cabello negro, rasgos finos y lentes pequeños. mi prima águeda me aconsejó que me acercara a ella por medio de una carta. apenas hacía un mes que había terminado mi última relación sentimental, no estaba del todo dispuesto para enfrentarme de nuevo a los retos que el amor planteaba... pero terminó convenciéndome. transcribí un poema cursi que iba más o menos así: "yo no sé quién eres/ ni cómo te llamas,/ no sé si eres buena,/ humana y piadosa,/ o eres como todas,/ como tantas otras:/ insensible y falsa./ te conozco apenas/ a través del velo/ de mis fantasías/ y mis esperanzas./ ignoro tu vida,/ tus glorias pasadas,/ y hasta tu mirada/ me es desconocida/ porque no he tenido/ la suerte de verte/ de cerca a la cara", y otros versos más por el estilo. en una hoja anexa, le escribí que me daría mucho gusto si me diera la oportunidad de conocerla.

nuestros acercamientos fueron exitosos. ella me sonreía, me saludaba, aunque todavía la notaba muy reservada, o quizá fue sólo mi imaginación. no me importó que tuviera novio nuevo, de hacía unos días, me sentía muy seguro de poder hacerla cambiar de opinión, de conquistarla con mi extenuante romanticismo y los detalles: confiaba mucho en los detalles. le regalé un anillo que comencé a usar por aquellos días, "para que te acuerdes de mí", de dije. justo en ese momento, entró en acción su recuerdo, más fresco y más vibrante que nunca. podía escucharla en mi mente, diciéndome: "¿seguro que la quieres? ¿no será nada más una estrategia tuya para tapar el enorme hueco que dejé en ti?", y yo no sabía que contestarle. terminó por convencerme. yo en verdad me estaba haciendo ilusiones con mariel, la niña de lentes, pero su presencia aún invadia gran parte de mis pensamientos. cuando comencé a sentirme mal, cuando no pude soportar más la soledad, y el arrepentimiento, cuando interpreté las señales del destino como inequívocas, levanté el teléfono y la llamé.

-nos vemos en el kinder, a las 6 y media.

de ahí fuimos al malecón. nos sentamos, uno frente al otro, dispuestos a aclarar nuestros asuntos. ahora no estoy seguro si fue una estrategia más de un plan inconsciente o algo de veras espontáneo, pero no conseguí contener las lágrimas. jamás lloraba, desde los diez años no había vuelto a llorar nunca, y ella, conmovida, me regaló un beso. era un beso frío, indiferente, más de lástima que de amor, sus labios me buscaban consolándome, no acompañándome. le pedí una oportunidad para reconquistarla. cuando ella al fin accedió, yo no supe qué hacer, incluso tuve dudas sobre la petición que le había hecho. "no va a ser igual", me dije, y así nada más, traté de evitarla. me enfrasqué aún más en la música, decidí no pensar más en ella y enterrar, todavía vivo, el recuerdo que conservaba de nosotros...

2/4/05

varicela

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"niña con baricela", hecho por mi hermana

No ha pasado nada...

-No te vayas a mover... Esto es más difícil de lo que parece...
-¿É dihiste?
-¿Eh? Nada... Tú tranquilo, no vayas a meter la lengua...

"Cómo se le ocurre al pendejo del Joselo dejarme solo... Bueno, ya, tranquilo, Román, que no se te salga otro comentario que demuestre tus nervios... Cálmate y ponte unos guantes". Román se lavó las manos y tomó una profunda bocanada de aire contaminado por el humo de tantos inciensos quemados. El muchachito no tendría más de dieciséis años, miraba con expresión asustada el cuartucho al que lo habían conducido, fijándose mucho en las persianas de la ventana y en la enorme televisión, de última generación, que no hacía juego con el suelo manchado y los colchones en el suelo, las cobijas viejas, el olor a podredumbre que se estancaba entre la mercancía del puesto, y apretaba los puños y se secaba con una servilleta la lengua, asqueado por el sabor de la xilocaína, escupiendo en el balde de basura. Mientras se ponía los guantes, Román notó el temblor de sus manos. "¡Mierda!", pero no podía hacer nada. Algún día tenía que aprender.

Abrió la jeringa que usaría para atravesar la lengua de su cliente, le repitió una vez más que no fuera a moverse, y vio como el muchacho cerraba los ojos. Él también temblaba, y las ligeras sacudidas de ambos, provocadas por sus mutuos miedos, hacían más difícil la labor. "Cuidado con las venas... cuidado con los nervios..." La mente de Román era una licuadora a punto del cortocircuito. La aguja vaciló entre sus dedos, y atravesó su objetivo en un segundo. Le siguió, de inmediato, un agudo chillido de dolor por parte del muchacho, y un abundante chorro de sangre que resbaló por su cuello y manchó las manos de Román en su camino hacia el suelo. "¡Mierda! ¡Mierda y más mierda!", pensó el joven, pero no pudo articular palabra, pensando en lo estúpido que sonaría un "Perdón", o un "¿Estás bien?", no había más vida para la lengua del adolescente intrépido, y en su lugar, una demanda, tal vez la cárcel, por no indagar en la edad del muchacho... Así que lo único que se le ocurrió fue: "Bien, si voy a ir a la cárcel, que sea por algo que siempre quise hacer y que valga la pena".

Junto al baño estaba la pequeña cocina del cuarto. Sobre la estufa, un enorme cuchillo de carnicero descansaba, y fue ésta el arma que alcanzó Román y, al ver cómo el muchacho se echaba al suelo, desangrándose y retorciéndose de dolor, miró el filo del arma y lo clavó, de un solo golpe, en la cabeza del pobre cliente que había acudido aquella tarde nada más para hacerse un arete nuevo qué presumir a sus amigos. Justo en el momento en que el cuerpo se estampaba en el piso, llegó Joselo, y se quedó mudo, mirando a Román, y el charco de sangre que se empezaba a formar.

-¿Qué hiciste, cabrón?
-Se estaba moviendo mucho, Joselo... Y empezó a gritar y a desangrarse...
-¿Y por qué chingados le enterraste el cuchillo en la cabeza, güey?
-No se me ocurrió en otro lugar... ¿Qué? ¿Se ve muy gacho?
-¡Cállate, imbécil!

Unos minutos de silencio. El Brujo, su jefe, llegaría en un par de horas, y los correría a los dos si se enteraba del incidente. Román seguía temblando, pero no había perdido la compostura.

-¿Qué hacemos?
-Pues... limpiar el desmadre, y deshacernos del cuerpo. Y que nadie se entere. Aquí no ha pasado nada...

(FIN)

1/4/05

recuerdos

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"deja que te tome otro recuerdo prestado"

demasiado tarde, parte uno

¿hacía cuánto que no nos veíamos? el tiempo ya era indefinible, algo que nada más existía para los demás. la música me había atrapado en sus redes melódicas, mi grupo era mi más grande distracción. me hacía dejar de pensar en ella, dejar de pensar que no me había llamado, que existía la ligera posibilidad de que se hubiese olvidado de mí. solo, con mi guitarra, procuraba tapar con una cama de frágiles ramitas el profundo agujero que ella había dejado. me engañé a mí mismo. creí haberlo conseguido, ya estaba expulsada de mi mente, de mi pecho, adiós, hasta nunca, ahora me preocupaba cómo se lo iba a decir, qué pasaría si ella llegaba y pretendía seguir amándonos como antes, qué iba a hacer yo ante su cara ingenua, ante sus ojos llorosos que me decían "no me hagas esto, no me digas esto, por favor, por favor", rogándome que no la lastimara, que no le hiciera pedazos su frágil corazón.
nunca olvidaré su rostro, ni aquella esquina, ni sus lágrimas tratando de no salir, "que no te vea llorar", le dijeron, pero ella no pudo aguantarse las ganas. ¿qué me pasó a mí? no recuerdo, en ese momento, haber sentido pena, ni angustia, ni nada. era un hombre de piedra, deshaciéndome de lo que ya no necesitaba, presa del egoísmo más despiadado que pueda concebir el corazón humano. en ese instante, todo el amor que ella sentía por mí se transformó en odio, en un repudio más allá de los límites naturales, y yo sentí cómo me repelía nada más con este sentimiento destructor, por eso me resistí al impulso del abrazo frío, que no se iba a significar nada, más que lástima. ella se limpió las mejillas húmedas y me dijo que, entonces, había que intentar ser amigos, no dejar de hablarnos, y yo se lo prometí. pero no... el proceso de enamoramiento había prescindido de la etapa de amistad, por eso no sabíamos cómo ser amigos, y jamás resultó. ella estalló en llanto una vez más. yo no supe qué más decir, cualquier discurso que ablandara la situación sería para ella un recuerdo más que la motivara a aborrecerme, un monólogo egocéntrico hueco, con el único propósito de aminorar un poco el peso de la conciencia. nada más dijimos. ella dio medio vuelta y se fue. yo hice el camino a casa por la calle de la iglesia.
ahora estaba libre, libre de las ataduras del amor, jugando a ver si podía soportar la soledad, y mencionar, al fin, una exnovia. me encontraría con una serie interminable de fracasos amorosos, con una obsesión terrible por la mirada de las personas, con una fobia nueva salida de la nada, con una voz en mi cabeza que me hacía coleccionar relojes que ya no funcionaban más... y con ella, con su enorme y hermoso fantasma que me perseguiría hasta el fin del mundo.