28/2/05

lucifer

Una inmensas nubes de humo se elevaban sobre las ruinas de lo que había sido un jardín exquisito, destruído para infundar temor en aquella pareja de incrédulos que Dios había hecho con sus propias manos. Sentado en un trono magnífico, miraba a su ejército de ángeles reconstruyendo el paraíso, para agotar así su último recurso para salvar las almas de los hombres, que se le escapaban como el agua entre los dedos hacia algún lugar del infinito... No concebía la ingratitud de los humanos por
su creador, una indiferencia desmedida y hasta cruel, producto de una vanidad heredada por su padre que les impedía temer a lo desconocido. Su nueva estrategia era simple: buscar a Caín, hacer que se arrepintiera a cambio de la salvación de su alma, y obligarlo a llevar su mensaje por el mundo. Pero en el fondo, sabía que no funcionaría. Nadie iba a creerle a un asesino.

Se disponía a partir hacia el desierto en busca del hijo de Adán cuando recibió una sorpresiva visita. Lucifer avanzaba con luz propia, con el semblante orgulloso mirando con desprecio a los demás ángeles, considerándolos, y con razón, inferiores a él. Dios no conocía el miedo, pero sintió algo muy parecido cuando su primera obra se detuvo ante él y le clavó los ojos pidiendo sin hablar una explicación. Dios hizo como que había olvidado todo, y tomó la postura poderosa e imponente que le caracterizaba.

-Creí que tenías prohibido poner un pie de vuelta en el Edén, Lucifer.
-¿Este es el Edén? Disculpa, creí que era un basurero.

Desde luego, ambos sabían las razones del encuentro, aunque Dios no había tomado las cosas tan en serio, ahora sabía para dónde se estaban yendo sus almas perdidas. Al terminar el mundo y sus maravillas, seis días después de su laboriosa creación, Lucifer quedó satisfecho con el resultado, pero aun faltaba una idea suya por materializar.

-Faltan los hombres, y todo estará terminado.
-¡¿Hombres?! ¡Jamás! ¡Querrás que destruyan esta hermosura...!

A Dios no le pareció la idea de su brazo derecho, al menos al principio, y cuando lo descubrió modelando las figuras de los hombres, se enfureció, y lo echó del paraíso. Lucifer imploró su perdón, juró destruir los modelos, mas la voluntad de Dios era inexorable, y el ángel más hermoso del Edén fue expulsado para siempre, y se refugió en el mundo vulgar, lejos de su creador. Dios miró a los hombres de arcilla, inmóviles, regados por todo el suelo, dispuesto a exterminarlos, pero al examinarlos con detenimiento le parecieron tan perfectos que no se atrevió a desecharlos, al contrario, les dio vida y los arrojó al mundo. Después, basado en el mismo molde, formó a Adán.

Pasó el tiempo, y Lucifer había andado por largos caminos, dejando una marca de sufrimiento y de tristeza por donde quiera que pasara. No comprendía por qué Dios había sido tan duro con él, y un cúmulo de ideas descabelladas empezaron a surgir en su mente, para qué Dios creaba al ángel más perfecto si lo iba a apartar de su lado... Le costó trabajo descartarlas, y haciendo a un lado su orgullo, decidió regresar al Edén, a implorar de nuevo ante Dios la redención y la paz.

En su camino tuvo que cruzar un desierto inmenso, y al encontrarse rodeado por el océano de arena, le pareció ver a lo lejos un ángel de Dios, pero al acercarse y contemplarlo, vio con admiración que se trataba de un hombre, joven todavía, y con el alma destrozada. Era Caín, hijo de Adán, y tras escuchar su historia, Lucifer comprendió todo.

-Fuiste víctima de Dios, Caín, igual que yo. Ahora estás bajo mi protección.

Le ordenó que fuese al pueblo en el norte y ahí lo esperara. Colocó una marca en su hombro izquierdo, símbolo de su pacto, y sin más pausas fue en busca de Dios.

-Bien sabes para qué estoy aquí. No me iré hasta que me escuches.
-No tengo por qué escucharte. Tenías prohibido crear. Para eso soy yo Dios.

-Te engañas tú mismo... Sabes que estás perdiendo muchas almas.

El error básico de Dios había sido dotar de una inteligencia suprema a Lucifer, y hasta ese momento se percató.

-No vengo a hacerte reproches inútiles. He venido a proponerte un trato.

Con eso bastaba para capturar la atención de un Dios desesperado y curioso.

-Continúa...
-Haré que todas las almas vuelvan a ti, y pidan tu perdón y tu salvación a gritos, usando el temor al castigo. Es la único forma de hacer reaccionar a los hombres. Ya lo he planeado todo, y no te fallaré.

Dios se quedó pensativo.

-Qué quieres a cambio.

Lucifer sonrió con malicia.

-No es gran cosa. Un ejército de ángeles como el tuyo. Dominio total en el mundo material. Y la posesión temporal de las almas rebeldes hasta que se purifiquen.

Dios examinó la oferta con cuidado. Al final supo que no estaba en posición de negociar.

-Hecho.

[FIN]

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