quién soy yo para huirle al amor. quién soy para juzgar qué debo hacer y qué no. quién soy yo para someter a alguien a lo que yo quiero que me hagan sentir. quién soy yo para obligar a alguien a que piense qué va a hacer para romper mis grietas. no soy nadie, no tengo ningún derecho. que yo sea un maldito cobarde no me da la habilidad mágica de disponer de los sentimientos de la gente y someterlos a mis deseos. que pase lo que tenga que pasar. que venga quien tiene que venir, y que yo vaya a donde tenga que ir. que vea los ojos que tanto deseo ver, para descubrir si todavía, en el fondo, muy en el fondo, queda esa luz que me indicará que todos estos años no han sido en vano, que a pesar de todo y de todos, aún queda una esperanza, una última oportunidad, de rehacer lo deshecho, de revivir lo muerto, de construir lo destruido.
no, no hablo de luchar, ni de buscar, ni de entender. hablo de dejarme caer, porque el cielo está a mis pies y no pienso volver, quiero dejarme caer, dejarme llevar, y ver hasta dónde llego, hasta dónde voy a parar. quiero ser el mar, el viento, la tierra, quiero comulgar con el mundo y con las estrellas, quiero ver explosiones, destellos rojos saliendo de entre nuestras manos, luces azules rodeándonos el cuerpo y devorándonos en la oscuridad de la noche. quiero verla a ella, y saber de una buena vez por cuál lado del barranco tirarme, sin usar las alas, ya he volado demasiado, sólo quiero caer, caer, caer, hasta que el suelo me detenga, hasta que recorra el universo hasta el fondo y le dé la vuelta, hasta que un meteoro me intercepte y me haga volar en mil pedazos. y así, en mil pedazos, seré feliz, porque ya no puedo más siendo uno solo, de una sola pieza, quiero ser más, quiero expandirme, quiero abarcarlo todo, con la luz azul que brota cuando dos amantes comulgan... ¿serás tú la indicada, la que no quiere pensar, la que no quiere insistir si no insisto yo primero? ¿o serás tú, la ausencia siempre presente, el recuerdo constante, la ilusión efímera y duradera a la vez, la que estuvo dispuesta a recibirlo todo, desde mis palabras hirientes hasta mis más dulces declaraciones, desde mis gritos helados hasta mis más cálidos besos...?
¿seré yo el mismo? ¿el de los poemas cursis? ¿el de las citas puntuales? ¿el del tiempo siempre disponible? ¿el de las risas sinceras, el de las miradas fijas, el de los dedos delgados...? ahora ya ni eso sé. quién soy yo... quién soy.
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