
La verdad es que no me gustan los camiones enormes, caros y con choferes escandalosos gritándose y jugando carreras. No me gusta la tierra ni el olor a mariscos podridos y a drenaje. No me gusta que todo el mundo hable como ranchero y grite aunque tenga a su interlocutor enfrente. No me gusta el sol que quema en pocos minutos, no me gusta saber que puedo recorrer la ciudad de punta a punta en media hora, porque me hace sentir limitado, encerrado entre edificios que ni siquiera son altos. No me gusta que la gente tenga o necesite fijarse cómo andas vestido, qué música escuchas, a qué bar vas, cuánto ganas, dónde vives y con quién para calificarte, y que pasen en sus coches y te griten cosas, como si tuvieran el derecho y el deber de juzgarte, así nada más.
Pero allá están mis hermanos, mis papás. Lo único que me ata a ese lugar, es mi familia. No porque sea mi familia, ni por los lazos de sangre, no. Sino porque con ellos crecí, por ellos soy lo que soy, y se los agradezco. Siento una necesidad enorme de cuidar a mis hermanos, los siento tan lejos, tan solos y tan desamparados. Pero la verdad es que yo no soy el salvador de nadie. Han sobrevivido sin mí todo este tiempo, a todas mis locuras. Ahora que estoy convencido de que estoy en el lugar que debo estar y que estoy haciendo lo que quiero hacer para darme un gusto a mí, creo que sería un error enorme renunciar por un impulso frenético sentimental.
Somos fuertes. Ellos son fuertes, y yo soy fuerte. Cada quien hará su vida y seremos muy felices. Estaremos unidos, tal vez no juntos, pero ellos saben que si un día me necesitan, yo estaré.
Estaré.
[Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida...]
me da mucho gusto saber que ha sido de ti, lo bueno es que si pones virginio urbina en google este sitio es el primero que aparece, te mando los mas sinceros deseos de que siga la buena racha ;D y saludos desde tijuana.
ResponderBorrarsamantha.