28/2/06

#1: "Amanecer" (Jueves)

Nota preliminar: El Carnaval 2006, una festividad típica y muy popular del puerto donde vivo, termina hoy para la desgracia de muchos fanáticos de los placeres carnales, y deja a su paso tantas historias como asistentes. Inspirado en ellas, decidí escribir esta mini-serie para compartir la visión que yo tengo de tan digna fiesta. Ah, y serán ilustrados con dibujos trazados por mi humilde mano.


Alzó la vista del suelo sólo por un breve instante, y descubrió que la claridad ya había llegado, que aquello era el final de la noche, que el silencio y la soledad indicaban que el primer día de fiesta había terminado, pero sus ojos, ya mareados de tanto buscar latas vacías, ya irritados de tanto obligarlos a no dejarse vencer por el sueño, se quedaron clavados en la línea que marcaba la extinción del mar, tranquilo e imperturbable, y el inicio del despejado y amplio cielo. Jamás había contemplado un paisaje tan hermoso, ni había disfrutado de un olor tan limpio como el del mar al amanecer, aunque el sol saliera del lado opuesto, la tenue luz, tímida, volvía las aguas de un tono grisáceo exquisito, y aquella masa líquida en perpetuo movimiento lucía recién estrenada, como si no la hubieran sacado del empaque hasta que él tuvo la oportunidad de detenerse, y sus brazos se libraron del fastidioso peso de los costales repletos, y su mente de la extenuante labor de analizar cada cúmulo de desperdicios, que no eran pocos, aunque sí menos que en el basurero, donde pasaba la mayor parte de sus días, urgando entre asquerosidades, tarea soportable sólo gracias a que en ocasiones podía ver el duro trabajo como un juego, una búsqueda del tesoro, Esto no sirve, no sirve, no sirve, y esto, pero qué veo, una bolsa con ropa vieja, o una bocina de carro, o un periódico entero, cosas que, por supuesto, a él no le servían, tuvo mucha suerte cuando llegó a encontrarse un balón de fútbol ponchado o un muñeco de acción sin cabeza ni piernas, pero eso fue pura suerte. A pesar de todo, esperaba con ansias el carnaval, pues no tenía que quemarse todo el santo día bajo el sol fulminante, ni aventurarse entre excrementos, vidrios, alambres, comida podrida, acá era más sencillo, a la sombra de la luna, ir y venir atento al suelo y econtrar todos los botes de aluminio que pudiera, pan comido. Incluso un día, el año pasado, su mamá encontró dinero tirado, y se puso tan feliz que no lloró en tres días...

-¡Neto! ¿Qué haces ahí parado? Apúrate, ándale, no te quedes atrás...

El niño vuelve a la realidad tras el llamado de su madre, y corre dando saltitos hasta alcanzarla, con toda la vitalidad de sus seis años, arrastra tras de sí los costales, le sonríe a su hermanita para darle ánimos. Ya ha amanecido, gracias a Dios, la noche parecía eterna, ahora sí podrá dormir un poco, y quién sabe, tal vez, si tienen suerte, hasta desayunen...

(FIN)

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