23/2/06

Expectativas

No es que le esté echando la culpa de todas mis desgracias, pero es muy posible que ella sea la causa. El "amor de mi vida" me rompió el corazón en millonésimas fracciones cuando sentenció que no volvería conmigo porque yo era un egoísta. Un egoísta.
¿Egoísta? ¿Yo? Para nada, dije. Entonces pensé que era ella la que estaba mal, la que no sabía que yo sólo quería hacerla feliz, quererla, tenerla conmigo... Ahí entré en un dilema. Quería tenerla conmigo, no estar con ella. Me di cuenta, luego de mucho tiempo de ruegos innecesarios (porque jamás rindieron los frutos deseados), que en verdad sí era un egoísta: deseaba quererla para sentirme querido, anhelaba su presencia porque me hacía sentir bien, me hacía sentir pleno, completo, mejor. No la quería para hacerla feliz a ella; lo que necesitaba, en el fondo, era hacerme feliz a mí. Al darme cuenta de mi terrible error, no me quedó cara para mostrarle, y me alejé, y me sentí culpable por haberle hecho daño creyendo que le hacía algún bien.
A partir de entonces, noto que todos mis actos son egoístas. Aunque no lo sean. Si pienso en mí, soy egoísta. Si me olvido de los intereses de los demás por anteponer los míos, soy egoísta. Si disfruto de un descanso a costas del trabajo de otra persona, soy egoísta. Y la vida, señoras y señores, no es así.
Descubrí que uno sólo puede dar lo que posee. Descubrí que si quieres hacer sentir a otras personas plenas, seguras, confiadas, el que debe estar pleno y seguro y confiado es uno mismo, para transmitírselo a los demás. Descubrí que mi estabilidad emocional es más importante que la de, por ejemplo, mi mamá o mi papá, porque ellos pueden ocuparse de la propia, si les molesta una actitud mía (siempre y cuando no sea destructiva, digamos, por ejemplo, que me guste reciclar los calcetines sucios), ellos son los que deben arreglar su problema, no yo. Descubrí que no puedo seguir llenando las expectativas de otras personas. No puedo ser toda la vida perfecto. No soy, ni seré jamás, el hermano perfecto, el hijo perfecto, el sobrino perfecto, el estudiante perfecto, ni el trabajador perfecto. Descubrí que debo ser auténtico, que nunca debo olvidar mis metas, aunque los caminos cambien, los objetivos deben ser los mismos, mientras sean los que de verdad me interesan. Y descubrí que mi papá y yo, a pesar de todo, no vemos el mundo de un modo tan distinto. Sus necesidades son monetarias porque sus objetivos requieren de dinero, pero eso le pasa por procrear tanto chamaco. Llámenme idealista, soñador, o lo que gusten, pero yo no vuelvo a sacrificar lo que pienso por dinero. Mi éxito, así lo he decidido, jamás estará basado en la cantidad de riqueza acumulada, sino en las satisfacciones obtenidas. Sí... tal vez cuando tenga hijos, pareja, recibos acumulándose debajo del teléfono, la alacena vacía, los zapatos rotos, el coche descompuesto, y los embargadores tocándome a la puerta, piense de modo distinto... O tal vez no. Tal vez la suerte me sonría, tal vez, al final, actuar conforme a lo que de verdad deseamos es gratificante. Tal vez la vida recompensa a los que son sinceros. Porque, eso ni dudarlo, cuando alguien desea con todas sus fuerzas una cosa, todo el Universo conspira para que lo logre.

"I'm taking the make up off my face... before I forget my own features"

1 comentario:

  1. No tiene NADA de malo ser egoísta. Pregúntale a mi ego, él siempre está de acuerdo conmigo :)

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