9/5/05

volar y volar

sábado de noche.
hablando con payasos, con mujeres codas, con pelones tatuados de cincuenta años... cualquier interlocutor es una buena opción.
calor, cuánto calor. inciensos, muchos, muchos inciensos, para desplazar un poco la podredumbre el olor a narcóticos y sudor. qué hago yo frecuentando estos lugares, qué hago yo aquí... no, en ese estado no me importa lo que hago, no pienso, sólo golpeo la mesa al ritmo de la música, ¿led zepellin? pregunta el tipo de al lado, yo no sé, me da igual luis miguel, o rafael, o guns and roses, el chiste es que el ruido lo inunde todo.
quiero dormir... pero cuando ya siento que no puedo, me incorporo y le doy un trago a la botella, mientras miro cómo los sujetos que bailaban alejados uno del otro cuando llegué, ahora se besan y se abrazan como amantes de toda la vida. hay cucarachas en las paredes, y mi acompañante aplasta una que se paseaba cerca de su cabeza con una servilleta. ¿qué haría yo sin este tipo que me metió en la boca del lobo? nada... sólo consigo pensar en lo buen amigo que es, aunque me diga que soy un cursi de mierda, sé que no es su estilo andar pregonando su amor por la humanidad, pero yo sí... de no ser por él, no hubiese tenido dónde quedarme cuando llegué a esta ciudad anónima, ni qué comer el domingo a mediodía (sus omelets son excelentes).
qué pasará cuando a alguno de los dos se nos cure la soledad, cuando no pueda acompañarme al cine o al zakas el sábado por la noche... esa es otra señal inequívoca de que estoy más solo que nada. ¿que si me preocupa? un poco, porque el silencio del cuarto es insoportable, y mi habilidad para hacer amistad con gente nueva no es algo de lo que puedo estar orgulloso. necesito mínimo un mes o dos para entablar una amistad "estable" con alguien nuevo, pero un mes o dos con todas sus horas, no nada más por ratos... y es difícil encontrar nueva gente, porque soy muy exigente con las personas. sería bueno conseguirme una novia. sobre todo si es tan risueña como la mesera del restaurante de comida china que está por mi casa... apenas hoy la conocí, y me sorprendió mirándola detrás del mostrador... pero qué cosas digo, es labor de los meseros ser amables con los clientes, yo no fui algo excepcional, no me sonrió porque sintió mariposas adentro, ni se puso torpe al llevarnos la cuenta por ponerse nerviosa... en fin, el amor no siempre es instantáneo, así que habrá que regresar de vez en cuando al restaurante de comida china y sonreirle más, pedirle sal, preguntarle su nombre... aaah, maldita soledad.
pd: a lo que me recuerda una canción de café tacuba (qué buen viaje, ¿no?): "parece mentira que entre tanta gente en esta ciudad no tenga a nadie con quién compartir la vista desde mi casa este sábado al mediodía..."

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