24/9/12
Vivir solo (parte dos)
A mí hermano, por su valentía
Vivir solo no es fácil. Hacerte cargo de tus propias cosas, sin que haya nadie directamente responsable de tus emociones, buscar qué comer, pensar cuál es la mejor hora para dormir, ser dueño de tu tiempo... En fin, no tener nadie que te diga lo que tienes que hacer tiene sus cosas buenas, pero también su lado malo.
Por el lado bueno está el total control de tus decisiones. ¿Me bañaré hoy? ¿Arreglaré mi cuarto? ¿Me dormiré temprano? Nadie que te diga nada representa total y absoluta libertad. Por el lado bueno, al menos para mí, es exactamente lo mismo. Nadie que te pregunte: ¿Ya hiciste lo que tienes que hacer? ¿A qué hora tenías que estar en tal lado? ¿Tienes dinero? ¿Te sientes mal? Y la soledad, que no es cosa menor.
Lo peor es cuando todo sucede de un día para otro. Parece que fue ayer cuando echabas maldiciones porque no podías hacer nada, no te dejaban un segundo en paz, todo el mundo diciéndote qué hacer, cómo hacerlo, cuándo, dónde, con quién, gente entrando y saliendo de la casa, el calor infernal, sobrinxs qué cuidar, un perro qué pasear, una mamá que cuidará de ti, y de repente, poof, nada de eso está, todo ha desaparecido, como si estuvieras al otro lado del mundo y aquel tiempo se apareciera en tu vida muy, muy lejano.
Acostumbrarse a eso puede ser difícil. O muy difícil. Pero desde mi experiencia puedo decir que sólo lo es mientras uno mismo lo permita. Mientras uno mismo siga pensando en lo inmensamente felices que fuimos antes y lo inmensamente desorientados (confusos, deprimidos) que estamos ahora. Que todo esto que estamos pasando no es igual a lo que antes vivíamos. Que no sabemos si tomamos la decisión correcta...
Es decir, la única manera de dejar de sentirnos torturados por la nueva situación que estamos viviendo es aceptar con serenidad y tranquilidad que ya nada es igual. Que comienzan cosas nuevas, experiencias nuevas, gente nueva, y que lo que antes vivimos (nuestra casa, nuestra familia), se convierte en una biblioteca inmensa de experiencia y de hermosos recuerdos. Sólo tenemos el aquí y el ahora. Mientras sigamos anclados al pasado, las cosas no podrán mejorar.
Se vale un poco de drama de vez en cuando, la nostalgia se sufre pero se disfruta. Lo que no se vale es que esa nostalgia nos detenga. Nos haga temer lo que viene de nuevo... Un poco de motivación nunca viene mal, pero es uno mismo el que debe encontrarla. A mí, por ejemplo, lo que me motivó fue el amor, una fuerza bastante poderosa. Pero hay otras emociones que pueden tener similares efectos. Es tarea tuya encontrarla.
Lo que te quiero decir es que no te desanimes. No sientas que no puedes. Sólo tú puedes establecer tus propios límites, de lo que quieres y de lo que no. Pero no te dejes vencer.
Es un nuevo camino, y como todo nuevo camino puede que de un poco de miedo al principio... pero después, con el tiempo, aprenderás a disfrutarlo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Queridísimo Daniel Cortés, sentí que este escrito era una carta para mí... Qué bien se leen tus palabras. Prometo que me quitaré el lastre y retomaré el vuelo...
ResponderBorrarAbrazo!