17/9/12

La clave


Estaba yo en la azotea de un edificio muy alto, observando el atardecer de esta monstruosa ciudad, pensando, pensando, pensando. Cuando pedí una solución, mi inconsciente me mandó un cofre, que yo quería abrir pero que al mismo tiempo empujaba para que la tapa se mantuviera como estaba. Así soy. Quiero las respuestas pero no las quiero escuchar. Lo único que me interesa es pensar y más pensar las cosas. "Te cuesta mucho trabajo disfrutar", me dijo la doctora.

Creí que ya lo había superado. Quizá lo superé con mi familia. Sus expectativas dejaron de interesarme hace mucho tiempo. Pero qué pasa con el resto del mundo. A quienes esperan que yo sea el siguiente gran antropólogo de México ya los he decepcionado, así que no me importan. Pero ¿y las mías propias? Quizá me exijo demasiado, espero demasiado de mí mismo. ¿Y las de F? Son las que más me preocupan.

Pero tal vez no quiero libertad de él, tal vez no me molesta el control que puede ejercer sobre mí, sobre mis acciones y mis deseos tanto como sobre mis emociones. Estar todo el tiempo pendiente de cómo se sentirá si hago algo, cómo reaccionará ante mis palabras, qué pensará si expreso algo que quiero... Esa es la clave. Debo dejar de sentir eso.

Si fuera tan fácil como suena.

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