1/10/12

Las cosas


Recuerdo desde muy niño haber tenido una relación muy especial con las cosas. Me gustaba tener cosas, en especial, videojuegos y juguetes. No para presumir, ni para sentirme superior a nadie. Más bien al revés. Me gustaba que otras personas se beneficiaran de lo que yo tenía. Me gustaba compartir lo que era mío con personas que no podían tener esas cosas. O simplemente, jugar, disfrutarlas.

En Tijuana cada domingo íbamos al sobreruedas. Mis puestos favoritos eran los de juguetes usados. Había de todo, y muy baratos. Así me hice una colección enorme de figuras de acción que poco a poco fui perdiendo. Ahora valdrían una fortuna. Tenía un hombre mosca, como el que salía en las Tortugas Ninja (mi serie de dibujos animados favorita de aquellos tiempos), y lo llevaba para todos lados. Me lo llevé a Mazatlán y un fatídico día fuimos a visitar a mi abuelo a El Castillo, y mi mamá me dejó irme hincado para poder sacar la mano por la ventana y jugar que mi hombre mosca volaba. Hasta que se me resbaló y lo perdí para siempre. Fue culpa de mi mamá.

Recuerdo haber tenido un MegaZord armable, pero el original, nada de las nuevas generaciones de Power Rangers en el espacio y esa basura. También recuerdo que una vez, mis mejores amigos de esa edad se fueron a dormir a mi casa, un día que había que cambiar el horario a las 2 de la mañana. No sé si había una razón en especial pero sabía que mi papá me llevaría Mortal Kombat 3 de SuperNES, y nos quedamos toda la noche esperándolo y cuando llegó, jugamos casi hasta el amanecer. Al fin y al cabo era domingo.

Fui creciendo y me fui especializando en videojuegos. NES fue la primer consola que tuve, después SuperNES, llegué a tener unos 20 títulos diferentes, lo cual era bastante para un niño de 8 o 9 años. Luego un Nintendo 64, a pesar del arribo de nuevas y más poderosas consolas, me mantuve fiel a Nintendo. Tuve un GameCube a pesar de las críticas, y hubiese tenido un Wii de no haber sido porque tuve que empezar a ganar mi propio dinero y ya no me alcanzó para comprarlo.

También fui de los primeros vecinos y amigos de la escuela que tuve una computadora. Siempre me gustó la tecnología. Recuerdo que era una Compaq Presario con un monitor enorme. Después compré (me compraron) otras mejores, armadas... Le ayudaba a mi tía a escribir sus informes del servicio social, y a mi abuelo a transcribir sus recortes de periódico (¿?), y a mi familia a descargar y quemar música... Todo eso de forma autodidacta, tal vez tomé un curso de verano de computación que me sirvió para un carajo, todo lo demás lo aprendí por mí mismo.

Lo que quiero decir es que siempre me ha gustado tener cosas, pero no cualquier cosa. Cosas que sirven, que tienen una utilidad y que me ayudan a aprender y a crecer. No las tengo para creerme mejor, o para presumir... Las tengo porque me sirven, porque me gustan o porque creo que les podría sacar algún provecho.

Y ya. Esa es mi historia con las cosas.

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