25/10/05

el señor flores

increíble. es sólo... increíble. he estado demasiado ocupado los últimos días, las últimas semanas. de nuevo caí en la trampa del presente, pero ahora ya no me asfixia. sin embargo, con mi papá aquí, creo que todo tiene más sentido. no puedo explicarlo, pero así es.

recuerdo que lo vi, claro, en medio de algún receso, los primeros días de clases en la preparatoria sinaloense. lizbeth becerra ayudó a juntarnos, un día que se le acercó a aquel muchachito antisocial que entonces era, y me preguntó que si tenía novia. por qué, bueno, en ese momento no pensé nada, ni que se me estuviera insinuando ni que se estuviera burlando o algo, porque ella estaba muy presente en mi mente. sólo contesté que sí, y lizbeth, sorprendida, me llevó con sus amigos. ah, tenía que ser ella...

no recuerdo bien cómo estuvo. de seguro nadie presentó a nadie, y me fui acoplando poco a poco, como siempre. una extraña afinidad nos unió al señor alberto flores y a mí, que con el tiempo fue creciendo. sí, yo sabía que había sido amigo de isaac lizárraga toda la vida, y mi intención no era entrometerme, pero como dije, fueron las afinidades las que nos unieron. de pronto me encontré contándole mis penas de amor, él pidiéndome consejo, una noche, ambos, conversando en la parada del camión sobre nuestros respectivos problemas... podíamos hablar de cualquier cosa. yo sabía que de él jamás iba a recibir una palabra falsa pero que fuero lo que yo quería oír. siempre me decía lo que a él le parecía mejor, aunque fuera duro. como quien le da unas cachetadas a su amigo para que se calme. y el humor, hablábamos el mismo lenguaje, cierto sarcasmo suave y cruel al mismo tiempo... ah, qué tiempos aquellos. la noche de la despedida, apenas un semestre después de habernos conocido, fuimos a tocar al malecón, a la glorieta sánchez taboada. en la gorra que pusimos para el dinero reunimos lo suficiente como para comprarnos cada quien un vasito de elote con crema y queso. le dije, que le deseaba suerte, que por acá se le iba a extrañar. vaya que sí. lo he vuelto a ver dos veces. la primera, no pasamos muchos días juntos, pero los disfrutamos. la segunda, en una parranda como pocas en el callejón donde vivía, era año nuevo, me fui hasta que amanecía. y ahora existía la posibilidad de reunirnos de nuevo en diciembre, pero ya empiezo a preocuparme.

cuando recordé dónde había pegado el huracán (mi mente ya no funciona como antes... maldita sea), me preocupé por mi amigo. y qué si le pasó algo, estará bien, tengo que llamarlo. pero no lo he hecho. dice karla que no entran llamadas. de todas maneras lo intentaré. tengo que preguntarle si de nuevo pasaremos año nuevo en el callejón, con la hielera llena y los recuerdos a flor de piel. sólo espero, de verdad espero, que al señor flores le esté yendo bien.

y me gustaría estar presente en el cumpleaños de mi hermano. ya van dos seguidos que me pierdo, y no creo que sea justo. en fin. así es la vida.

"mi vida... no me hagas sufrir más..."

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