
Siempre he pensado que si no quiero enterarme de asuntos desagradables o preocupantes, no debo meter mis narices donde no me llaman. Es mejor, siempre, limitarse a los asuntos propios y dejar que los demás se ocupen de sus vidas. Ser un metiche no deja nada bueno, excepto cosas en las que pensar.
Siempre he pensado que los momentos más estresantes son los más inspiradores. Depresiones, presiones y euforias son fuente inagotable de ideas creativas que, por la misma naturaleza del tiempo, son a la vez volátiles y efímeras. Toda la semana he pensado en mis trabajos finales, en que son colectivos, en que no sé por dónde comenzar, en que estoy atrasado y en que siempre pienso que no lo lograré y siempre saco cuatro MBs; y casi a la par, se me han ocurrido una cantidad de ideas para esa novela de la que cada vez me convenzo más que no terminaré de escribir jamás si jamás me siento a comenzarla. Pero por ahora, tengo prioridades, y no hay más qué hacer.
Siempre he pensado que uno y nadie más es responsable de las decisiones que toma o no respecto a sus propias vidas. Sin embargo, como seres humanos que somos, nos la pasamos echándole la culpa a factores externos. Dificultades técnicas o climatológicas, emociones ajenas y conspiraciones cósmicas son más culpables que nosotros mismos por nuestras desgracias, no así por nuestros triunfos. Cuando tenemos éxito, el mérito es mayormente nuestro. Cuando surge algo en nuestro camino, la culpa es de los demás. Por supuesto, es inverosímil y absurdo creer algo así, y sólo cuando nos percatamos de ello podemos comenzar a hacer algo para cambiarlo. No podemos, entonces, quedarnos cruzados de brazos, viendo a través de la ventanilla cómo van pasando los días y las semanas, los meses y los años, esperando por algo que ni sabemos cómo es. No podemos quedarnos supeditados a la existencia de terceras personas. Debemos ser autosuficientes, pensar por nosotros mismos antes que por los demás y aceptar que todos nuestros actos tienen consecuencias.
Siempre he pensado que la constancia es una virtud que yo no tenía, y por tanto, no me sentía con el derecho de exigirla para con los demás, pero me molestaba. Que dijeran, por ejemplo, Es que si lo quiero, y regresaran con su novio, y a las dos semanas cambiaran de parecer y volvieran a cortar. Porque yo mismo tomé decisiones inconsistentes en más de una ocasión, y me fui y regresé a mi casa en infinidad de ocasiones. Ahora, con el correr de los años, me he mantenido en una misma ciudad durante casi tres de estos periodos de doce meses, estudiando una carrera que me fascina y a la cual me quiero dedicar, dándolo todo para poder avanzar hasta el final. Creo que la madurez implica empezar a pensar en el futuro, pues que sea una dimensión temporal absurda, que de alguna manera, no existe, sabemos, porque así ha sido a lo largo de la historia, que en algún momento terminará por existir, nos alcanzará. No podemos ir por la vida esperando oportunidades. No podemos abandonar ese camino a la primera dificultad que se nos presenta, porque el futuro nos cobrará cuentas pendientes, tarde o temprano, con sufrimientos y calamidades. Y yo no estoy hecho para los sufrimientos y las calamidades, mi objetivo principal en esta vida, la única que tendré, va girando poco a poco hacia la tranquilidad y la paz. Disfruto, es verdad, de pequeñas dosis de emoción en ocasiones, pero no estoy dispuesto a hacer de mi vida una montaña rusa de incertidumbres. Si hay algo que me pone mal, es la incertidumbre. Soportar los caminos actuales, difíciles, asfixiantes, devastadores, pero con los objetivos firmes en un mejor mañana, a la usanza del Estado mexicano, el sacrificio del hoy por el después, de aguantar un poco más... Si no pensara de este modo, hacia mucho que lo habría dejado todo y me habría ido a vivir una vida llena de emociones y riesgos mortales. Pero aguanto.
Siempre he pensado que la palabrería es inútil, por eso no me gusta la filosofía. Considero que lo mejor es dejarse de cavilaciones y de pensamientos masoquistas, y ponerse manos a la obra. La última oportunidad que tuve de tomar mi propio destino en mis manos la abandoné por miedo. Pero no pasará de nuevo. Si no lo hago ahora, ¿cuándo?
porque si no es ahora, sera mañana.. (8)
ResponderBorrarMucho tiempo sin leerle. Desde los blogs de msn (cuando eran blogs).
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