8/12/05

El último cumpleaños

El último cumpleaños

A veces me pregunto qué celebro. Es sólo un día más, como cualquier otro. El vecino me despierta, y me pide el baño; como el suyo no tiene agua caliente, viene aquí, y me acompaña em el desayuno. Creo que se llama Andrés-18, es algo fastidioso, a decir verdad, pero cuando los años pasan uno va necesitando compañía, aunque sólo hable de su absurdo trabajo -¿técnico en refrigeración? ¿Qué clase de trabajo es ese?- y de sus problemas sentimentales. Pero hoy en día ya nadie habla de otras cosas, ¿o sí? Sólo hay tres temas: trabajo, sexo y televisión. Nadie se preocupa por otros asuntos, ¿por qué? Porque no hay otros asuntos. Vivir significa trabajar, tener sexo y ver televisión. Cuando ya nada de eso puedes hacer, vienen por ti. Oh, sí, he visto cuando vienen. Lo hacen por las noches, para que nadie vea. No quieren provocar pánico, pero todos saben cómo es esto. El primer día que me instalé aquí, cuando cumplí quince, vinieron por el sujeto que vivía donde ahora vive una jovencita rara. Fue terrible. Ese departamento está maldito, me parece.

Después de todo, no es tan importante. El día en que llegue al mundo, otros miles de millones lo hicieron también, así que ¿qué importa? No es nada especial. Te vacunan, te entrenan, te dan todo para que puedas trabajar, tener sexo y ver televisión. Con todos es igual. Sólo nos diferencian los códigos en las muñecas, el lugar donde vivimos, las personas con las que tenemos sexo, cuánto ganamos y qué modelo de televisor tenemos. El paisaje que vemos por las ventanas es igual: edificios, coches, hologramas. Pero, ¿y más allá? ¿Qué hay detrás de las paredes que nos encierran? ¿En realidad hay un desierto infinito, inundado de gases ponzoñosos y de criaturas abominables? ¿Y si no? ¿Y para qué tengo que trabajar? ¿Quién me obliga? Lo he hecho durante 50 años.

No... la verdad es que estoy aterrado. No tardan en llegar. Bueno, só, tal vez le falten cosas, pero después de todo, así ha sido siempre, ¿o no? Sé... sé que puedo seguir trabajando, y teniendo sexo, y viendo televisión... Este no puede ser el fin. Oh, no... Son ellos. Están aquí. Vinieron por mí.

-¿Es usted Salvador Velázquez-27?
-Sí... soy yo. Pero todavía quiero trabajar, por favor, sólo tengo 75, no soy viejo...
-Ba'h, ¿por qué todos dejan de tomar el Rivaliux sus últimos días...? Andando, 27, no tenemos toda la noche.

Un botón presionado por su dedo, y la oscuridad sobre mí. Feliz cumpleaños...

(FIN)

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