7/3/10

Dios te salve [parte dos]


[Fuente original de la imagen]

2.

Esto de los celulares es una verdadera maravilla. Le permiten mirar, una y otra vez, como si el tiempo no fuera más que una broma de mal gusto, al nuevo recluta en la ducha, en la cama, paseándose por la habitación del hotel desnudo, asomándose al balcón, susurrándole suciedades, con esos ojos grandes y esos labios rojos, tan joven, tan inocente, tan incrédulo. Está en juego la salvación de tu alma, le decía, purifícate, mientras le dirigía la mano a su entrepierna. Se estaba poniendo duro, cosa que, a su edad, ya le costaba más trabajo, pero este jovencito no necesitaba tal esfuerzo, cuando abrieron la puerta del despacho de golpe, el padre Tomás sabe que no debe hacer eso, pero, o le importa un bledo, o es excesivamente torpe, o las dos cosas. Disculpe mi insensatez, monseñor, le dice, nervioso, sin saber dónde poner los ojos, Qué quieres, Tomás, habla, El... el... el muchacho... está aquí...

Bendito sea, murmuró Ramón, que en esta sacrosanta institución, y más bien en el mundo entero excepto en casa de la madre de sus hijos, era mejor conocido por su verdadero nombre seguido del tratamiento, padre Miguel, Hazlo pasar, qué esperas. El padre Tomás sale corriendo del despacho, se persigna y reza luego de cerrar la puerta, sabe, en el fondo de su corazón, que arderá por siempre jamás en el fuego del infierno, qué saca él de esto, qué gana, si ya ni siquiera se lo cogen, ahora que ha envejecido, llegar a los 26 no le ha sentado nada bien. Adopta una postura totalmente distinta mientras baja por las escaleras de caracol hacía el patio de la iglesia, de una solemnidad autoritaria, juntas las manos, sereno el semblante, llama con un grito al muchacho y le hace una señal para que se acerque, hará bien irlo preparando para lo que le espera, le pone una mano en la cabeza, realmente es hermoso, sólo 15 años, alto, moreno, robusto, ojos brillantes, abundante cabellera, es perfecto, la bondad pura, Hijo mío, le dice, el padre Miguel va a recibirte, has tenido mucha, mucha suerte, te has ganado el cielo, le dice, mientras suben las escaleras, el padre Tomás, como si fuese la cosa más natural del mundo, lo lleva tomado de las nalgas, mientras el pobre muchacho tiembla de miedo.

El padre Miguel no puede esconder la emoción cuando lo mira en el umbral del despacho, ahí, de pie, vestido con unos harapos, limpios, pero siguen harapos, el pelo alborotado, la piel lampiña, es un ángel del señor, no hay duda. Pasa, hijo, pasa, le dice, y el muchacho da unos pasos inseguros, Te han dado de comer, Sí señor, responde, agachando la cabeza, Y qué tal, Muy rico señor, le han dicho que así debe dirigirse a este hombre, que es un santo, con respeto y sin cuestionarlo, así le hubiesen dado de comer mierda, que entre eso y lo que le espera, no hay gran diferencia. Tienes miedo, le pregunta el padre Miguel, No señor, responde el muchacho, pero la voz lo delata, las manos sudorosas, las rodillas a punto de venirse abajo con todo y cuerpo, Padre nuestro, que estás en el cielo, empieza a rezar el muchacho en su cabeza, pero no le alcanza el tiempo, el padre Tomás ha salido del despacho ante un gesto del padre Miguel, y ha cerrado la puerta, con órdenes de no molestar. Bueno, criatura, le dice el padre, qué esperas, quítate la ropa.

3.

Dios te salve maría llena eres de gracia el señor es contigo bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre jesús, dios te salve maría llena eres de gracia el señor es contigo bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre jesús, dios te salve maría... El padre Miguel reza frente un altar improvisado en la mesita de noche de la habitación del hotel, donde ha adoptado la identidad de su alter ego, el doctor Ramón González. Ha sido un día duro, sobre todo para Omarcito, que se lo ha tenido que pasar encerrado hasta hace dos horas, cuando por fin llegó su padre para llevarlo a dar un paseo. Cenaron hamburguesas, que no son muy diferentes a las de México, Para eso he venido, se lamentaba el niño, en su cabeza, por su puesto, su madre no ha parado de decirle que sea agradecido y amable, pues su papá lo único que quiere es su bien, Julio tenía razón, no hubiera venido, piensa, mientras se da un baño de burbujas en el jacuzzi y juega con un barco en miniatura que trajo con sus juguetes.

Y bendito es el fruto de tu vientre jesús, recita Ramón, ha terminado el rosario, ahora puede ponerse de pie, apagar las velas, y prepararse, que para eso ha venido. Siente que va a eyacular de sólo pensarlo, pero se contiene, respira, no puede arruinar el momento, siete largos años, desde que lo tomó en sus brazos el día que nació, salido de esa sucia cavidad femenina, fantaseó con este día. A Julio lo había tomado de 9 años, hace ya dos, y no había sido sencillo, pero Omarcito era dócil, y frágil, sus tiernos siete añitos no representarían mucha resistencia. Respiró una vez más, Alabado sea el señor, pensó, y se metió en el baño, ya sin ropa.

[FIN]

-------------------------------------
[Primera parte]
-------------------------------------

Más información:

1 comentario:

  1. Me quito el sombrero. Me dejaría con los pelos de punta, si uno no estuviera ya bastante curado de espanto respecto a los sacerdotes y sus curiosas formas de demostrar el amor de Dios petándole el culo a chavales jóvenes, los muy hijos de puta (con perdón de las putas). Saludos desde España.

    ResponderBorrar

¡Gracias por tus comentarios!