Hoy, apenas enciendo la computadora y me encuentro con esta terrible noticia. Hemos perdido a un gran ser humano, a un gran intelectual, lleno de pasión, de utopías, una gran inspiración. A los 87 años, en Lanzarote, España, ha dejado por fin las ataduras de la vida para dar paso al vacío. Pero su obra, sus increíbles relatos, sus fantásticas noveles, que encierran lo más íntimo de la esencia humana, estarán para siempre, y él vivirá a través de ella, sirviendo para hacer de este mundo un lugar mejor. Me duele en el alma esta pérdida, pero no hay nada qué hacer. La vida termina, y no hay marcha atrás.
Hasta siempre, José. Toda mi admiración, mi respeto, mi inspiración.
«Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.», José Saramago (1922-2010)
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