28/4/09

Veinticinco



Imagino las historias de esas personas. Jóvenes, entre 20 y 50 años. Estaban bien, paseando por ahí, discutiendo con su esposa, desayunando con unos amigos, viendo en la tele las noticias de una tal gripe porcina, y de pronto, la fiebre, la tos, el dolor de cuerpo, No me pasa nada, estoy bien, ya se me pasa, se toman una aspirina para el dolor de cabeza, una tempra para la calentura, un jarabe para la tos, no pueden creer que les esté pasando a ellos, que sepan, no estuvieron cerca de nadie que tuviera los síntomas, No puede ser influenza, no puede ser. Tres días después, cuando no aguantan más, cuando sienten que van a explotar, van al hospital, los aislan, el médico con cubrebocas lo mira como a un bicho raro, como material altamente tóxico, como si bastara tocarlo para caer fulminado en el consultorio. Es muy tarde para los antivirales, no hay nada que se pueda hacer, esa persona ha de morir, sus días, desde el que nació, estaban contados.

Y mientras nosotros, los que estamos lejos del drama que vive la ciudad en estos momentos, miramos el cielo, despejado durante el día, nublado y con ligeras lluvias y truenos durante la tarde, parece que vivimos en un tiempo diferente, que el mundo tiene los ojos puestos sobre nosotros. Nos cuidamos de los demás, cualquiera es peligroso, no más chismes en las esquinas, no más insinuaciones inocentes, ni comentarios sobre el clima. Procuramos, incluso, no mirarnos a los ojos, no acercarnos demasiado unos a otros, no tocar pieles ajenas. La gente, en el supermercado, llena los carritos con garrafones de agua, con botellas de aceite, con comida enlatada, como si se prepararan para un desastre inminente, no me sorprendería que llevaran lámparas de pilas y platos desechables.

De los rostros, azules de la nariz para abajo, sólo puede verse una expresión en los ojos, compartida, a veces más explícita, a veces oculta, pero es una sola: temor. Nos preguntamos, vamos a morir, sobreviviré, cuánto durará esta pesadilla. El temblor no fue nada. Una pequeña sacudida sin consecuencias. Y el país entero, conforme pasan los días, se va paralizando. Conciertos cancelados, concentraciones masivas dispersadas, las escuelas cerradas hasta el seis de mayo. El miedo se esparce con más rapidez que la enfermedad. Pero tienen las mismas consecuencias, por el momento, son una y la misma cosa.

13/4/09

Vacaciones



1. Siempre me pasa lo mismo. Voy, estoy unos días, me divido entre la familia de F y la mía, entre mis numerosos tíos y tías y mis hermanos y padres, nunca es suficiente tiempo y siempre, al terminarse esos gloriosos días, me queda una sensación de vacío y de depresión que no me puedo sacudir tan fácilmente. Todo el camino de regreso al DF pensé, qué pasará, valdrá la pena, estaré haciendo lo correcto, y la respuesta era siempre la misma, no sé, cómo saberlo, y yo ya no tengo a nadie que me digo, Estás mal, para que me de fuerza de voluntad, para intentar demostrar, una vez más, que estoy bien. Dormía y despertaba, la película no sirvió, el chofer se dio por vencido, cuando se paró, asumió que en realidad no valía la pena poner otra, que era hora de mandar a dormir a los pasajeros, y así lo hicimos, qué más da, habrá otros viajes, veremos otras películas, a fin de cuentas, siempre son malas. Hacía frío. Y yo, pensando y pensando. Que aún quedan dos años, un poco más, para terminar la carrera, y que hasta entonces yo estaré limitado en todos los sentidos, que no podré ocuparme de mis hermanos como me gustaría. Nadie me obliga, pero yo siento que debo hacerlo. Luego miré a F. El gesto relajado, los labios entreabiertos, las piernas recogidas, dormía como un angelito. Mis dudas se disiparon en ese mismo momento. Con su apoyo, lograré todo lo que me proponga. Aunque fuese el único. Hasta entonces pude dormir tranquilo.

2. Sé que ser madre no debe ser fácil. Trato de imaginarme a mí con un hijo. Que crea en el partido de derecha, en la iglesia católica y en las instituciones del gobierno. Me mataría de coraje, si hiciera cosas que a mí no me gusta que haga. Pero sabría que estoy mal, y que la mejor manera de hacercarse no es la violencia. Sé que un padre no sirve para decirte qué debes hacer, qué es lo bueno y qué es lo malo, porque eso cada quien debe irlo descubriendo. Tampoco sirve para darte órdenes, para guiarte por el sendero correcto, para que le hagas caso en todo, para tener alguien a quien pedirle permiso. El papel de un padre, o al menos el que debería ser el papel de un padre, es acompañar, apoyar y respetar. Enseñar al hijo a encontrar sus propias herramientas para sobrevivir en el mundo. Crear un ser humano consciente, capaz, decidido, con los pies puestos sobre la tierra, que pueda confiar en ti y pedirte consejo ante un problema. Ser padre es, ante todo, ser amigo. Yo no tuve eso. Y mi hermana lo tiene más difícil, porque es todavía más rara que yo. En lo que jamás estaré de acuerdo es en la violencia. Es difícil explicarle a mi madre, y es difícil explicarle a mi hermana, porque se encuentran en polos opuestos. Pero en verdad me preocupan. Las dos me preocupan, y cada una me preocupa. Pero creo que, en este caso, es mi madre quien está haciendo todo mal. Y no sé si acepte mi ayuda.

A fin de cuentas, yo estoy lejos.

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"One day my dreams will be reality..."

8/4/09

Season finale



La escuela ha finalizado. No fue un trimestre estresante, pero sí agotador. Y ahora, como recompensa, nos vamos a Mazatlán. Unos días de relajación y playa es justo lo que necesito en este momento.

Porque sé que este mes será como un final de temporada de mi serie de tv favorita. Muchas cosas embonarán en su sitio, descubriremos cuáles son los siguientes pasos y nos pondremos manos a la obra para comenzar de nuevo. No tengo miedo, estoy entusiasmado. No sé qué pasará, pero todo será diferente. Comenzaré mi proyecto sobre vih/sida, conoceré gente, leeré nuevos libros...

Estoy entusiasmado. Tanto que no puedo escribir coherentemente.

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"They will se us waving from such great highs..."