[Navidad en Berlín/ Berlin zum Weihnnachtszeit]
1. Anoche no pude dormir. Me despertaba a mitad de la noche pensando, y si cambió el examen, pero luego recordaba las palabras de M, es verdad, lo va a dejar igual, y C, así se le facilita calificar, tiene que entregar calificaciones el miércoles, no se va a poner a leer más de 500 respuestas en dos días... Pero a las pocas horas otra pesadilla interrumpía mi descanso. La conciencia, caray. No, decía M, es su culpa, a quién se le ocurre no cambiar el examen en 5 años, qué clase de maestro es ese. Pensé, tiene razón. Luego pensé, Y si sí lo cambió. Me había pasado el fin de semana resolviéndolo, estudiando ejercicio por ejercicio, muchas horas de mi vida y para nada. Me desperté por última vez antes que el escándalo del celular y me paré antes de la salida del sol. Me fui a la escuela diez minutos antes. Creí que llegaría temprano, pero al menos cinco más de mi grupo ya estaban ahí. No era el único nervioso. Quién sabe si todos habrían pasado tan mala noche. El maestro se detuvo frente a nosotros, a unos 20 metros, y bebió muy quitado de la pena un sorbo de su café. Luego siguió caminando. Nos dijo, Vaya, que puntuales, y yo, como broma, dije, Punto extra. Todos reímos. Risa nerviosa, dijo C. A mí me dieron el examen primero. Por primera vez desde el inicio del trimestre estaba el grupo completo. Decía, Nombre, luego las instrucciones, idéntico. Leí las preguntas. Idénticas. Sonreí, miré a mi alrededor pero nadie me prestaba atención. Volví a sonreir y empecé a contestar.
2. E salió del salón de posgrados de CBI sin despedirse de nadie. A veces me siento mal porque es un tipo muy noble y no merece ser tratado así, pero hay ocasiones en los que a mí se me antoja irresistible una expresión irónica o algo así... No lo hago por molestarlo. M recibió una llamada. Debo aceptarlo, me cae muy bien, cómo tiene esa visión crítica de la antropología, cómo no se calla nada, su sinceridad desconcertante... Que la maestra iba a invitar el desayuno. Va. Salimos corriendo hacia la entrada de la escuela. Estaban en las quesadillas. La gente le entregó su trabajo. A mí me daba un poco de pena entregárselo frente a todos, porque sabía que me iba a ver presuntuoso. La maestra me miró y me dijo, Daniel, tu trabajo. Saqué el CD de la mochila y se lo di. Puso cara de asombro. Igual que todos. Luego se ve el futuro antropólogo visual, dijo C. Me sentí bien. Orgulloso. Al final le expliqué a la maestra que tenía que leer la nota del disco, y no le hice ni una aclaración más. Desistí de la idea de verlo con ella porque sabía que sudaría mucho, y ya era tarde. Comimos. Fueron $235, escuché a la señora. 10 refrescos. La maestra dijo, Perfecto. Le salimos baratos, la verdad. Había empezado a pensar que el video no era tan bueno. Pero es la autoestima, el estrés, qué sé yo. Qué sé yo.
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"Se me cae, se me cae como a la culebra"
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