19/6/09

Por qué sí voy a votar... en blanco



1. Porque a ningún político le interesa la gente. Lo único que buscan en sus patéticas y nefastas vidas es subir los escalones del poder hasta la máxima altura posible, sin importarles qué deban hacer para conseguirlo. Las propuestas son sólo parte de un discurso inagotable de falsedades y engaños, convierten las ideas en mercancías y tratan de vendérnoslas a toda costa para acumular ganancias, en este caso, poder político. Podemos verlo, claramente: el juego entre diputados, senadores, y demás funcionarios públicos, se centra no en el beneficio del pueblo, sino en quién tiene la razón, y quién puede más que el otro. Aplastarse entre ellos es su única diversión. Todos sueñan con algún día, estar por encima de alguien más. Si esto no fuera así, evidentemente, no fueran políticos, sino activistas, luchadores sociales, líderes de opinión, todos estos sujetos que en nuestro país se hacen invisibles, devorados por el sistema.

2. Porque demostrar la participación es importante. Si bien es verdad que para el IFE el voto nulo es como si no hubieras votado, no podrán dejar de mirar las papeletas anuladas acumulándose en una esquina de la mesa de conteo, se sacudirán al ver que la gente no está contenta. Debe ser considerado como un acto de denuncia individual, de lucha personal, de resistencia comunal, no como una fría estrategia política. No todos los ciudadanos estamos viciados, no todos tenemos artimañas oscuras para perjudicar a unos y beneficiar a otros, como creen los importantes "analistas" de los medios de comunicación y los sabiondos de las instituciones públicas. Es, en esencia, un acto de resistencia. De verdadera resistencia.

3. Porque no es verdad que se beneficia la ultraderecha. Eso es sólo un argumento para espantar a la gente que ha considerado seriamente votar en blanco. Supongamos que la campaña a favor de la anulación del voto funciona, y que la población votante que anuló es mayor a la que eligió algún partido. Incluso así, los partidos pequeños tendrían votos. El total de votos estaría conformado sólo por aquellos que eligieron, así que, si tienen una base de apoyo amplia, alcanzarían el porcentaje que necesitan, de cualquier manera. Si no, pues simplemente, que desaparezcan: así tendremos a menos gente a la cual mantener con nuestros impuestos, y menos partidos que destruir en el futuro cercano. Y supongamos que la campaña del voto en blanco no funciona. Seríamos unos cuántos locos desorientados que no sabemos lo que hacemos. Pero sentaríamos, al menos, las bases para un descontento generalizado contra el sistema democrático mexicano. Y eso, de aquí al 2012, va a poner a temblar a los políticos.

4. Porque en este país, no hay izquierda ni derecha, ni nada en medio. Las distintas alternativas políticas, a fin de cuentas, se aglutinan en una masa deforme, pusilánime, que no tiene pies ni cabeza. Por más radicales que puedan ser sus propuestas, por más progresistas que puedan sonar, y por más honestos y buenas personas que sean los candidatos (que no dudo que los haya... o bueno, sí lo dudo, pero nada es imposible), están completamente atados, subordinados a una estructura mucho mayor, mucho más compleja y mucho más pesada, que no sólo subsume a nuestro país, sino a todos los países del mundo. Hemos creado un sistema económico que nos terminará destruyendo, que nos exige más de lo que podemos ofrecer, que mata personas de hambre y de gripa. El sistema capitalista neoliberal, a estas alturas, es un sistema global, que no permite la autodeterminación de ningún país. El verdadero jefe supremo, el único rey y soberano del mundo, es don Dinero. Aquel que lo tenga, manda. Y mientras no hagamos una reformulación de los planteamientos que nos rigen, mientras no construyamos otra cosa distinta, no hay nada que podamos hacer, excepto resistir, cada uno desde su trinchera, cuestionando, argumentando, participando. Es un gran obstáculo que el capitalismo haya permeado todos los ámbitos de la actividad humana, porque ya no podemos pensarnos fuera de esta burbuja asfixiante. Un día se reventará, y seremos, por fin, libres.

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"Al perro que tiene dinero se le llama señor perro", proverbio árabe

15/6/09

L'enthousiasme



1. La campana sonaba, y los niños, incluido yo, salíamos a todo correr de aquella insufrible prisión llamada escuela primaria. Por esos días me iba sin esperar a nada, ni a nadie. Sólo tenía que recorrer un par de cuadras, sacar la llave y abrir la puerta de la casa de mis abuelos. A esa hora, nadie había llegado aún. Así que dejaba mi mochila en alguna recámara, y con el corazón a punto de salírseme del pecho, abría los cajones del clóset de mi tía la menor, y sacaba el libro que, por alguna razón, leía en secreto. Tal vez porque era algo demasiado íntimo para compartir. El primer libro que leí.

2. Aprender a tocar guitarra fue una experiencia sin igual. Pero, el día que me percaté que ni mi dedicación ni mi talento natural me permitirían llegar demasiado lejos como músico de tiempo completo, decidí utilizar mi capacidad intelectual para ayudar a los músicos a sonar bien, y estudiar ingeniería en sonido. Esa carrera, si existía, no estaba en la Universidad de Guadalajara, pero aún así, quería irme. Cuanto antes. En parte porque sería más fácil que me admitieran en esa escuela terminándola allá -esa fue la versión oficial-, y en parte porque me fastidiaba que me estuvieran jodiendo con cortarme el pelo. Así que un buen día, lo decidí: me iría a Guadalajara.

3. El amigo de mi padre me esperó en el centro. Tomamos un taxi, de esos dorados que iban a Otay, e hicimos el recorrido en silencio. Hablamos de su trabajo, de mi escuela, y de otras vanalidades. Evidentemente, aquel hombre sólo estaba ahí por la legendaria amistad que, en otros tiempos, muy lejanos, había mantenido con mi papá. Pero no me importaba molestar. Nos bajamos una esquina antes, él quizá no se dio cuenta, estaría un poco desorientado. Caminamos por la avenida de los ingenieros, casi hasta el final de la calle, donde vivía su amigo, el Coronel. Pero el Coronel sólo rentaba cuartos para mujeres. "Pero aquí enfrente rentan", dijo. Así que fuimos. Un señor anciano nos abrió la reja verde. Nos mostró la habitación. Pequeña, con una ventana que daba a una pared, cama y buró, agua caliente y espejo en el baño. Estaba decidido. Ese sería mi nuevo hogar.

4. Después del gimnasio, Mónica y yo desayunamos en el comedor de la escuela y fuimos con Escalante. Eran casi las once. Escalante sacó de un rincón un pesado maletín negro, lo abrió y me mostró su contenido: una sony dvcam con micrófono, audífonos, gran angular, tripié, cargadores y tres baterías de 6 horas. Me brillaron los ojos. Pensar en sentirla de nuevo, en jugar con las imágenes. Capturar la imagen es todo un reto, pero el trabajo de edición... Eso es lo que en realidad me entusiasma. Eso, y comenzar mi formación como antropólogo visual.